Capítulo XXVIII - Champaña y reencuentros

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Champaña y reencuentros

—¿En serio traías ese vestido en la maleta? —me pregunta Gina, asombrada, cerrando la puerta detrás de ella al entrar a mi habitación. Viste su ropa más cómoda después del largo viaje que recorrió para regresar a casa desde Estados Unidos.

Me giro en su dirección, acomodando los tirantes del largo vestido dorado que escogí para acompañar a Mick a la gala benéfica a la que fue invitado antes de comenzar el campeonato de este año.

—Mi maleta tiene muchas sorpresas —respondo, sonriendo.

—Ya veo —ríe— ¿Crees que me quede?

—Por su puesto, apenas llegue te lo dejo en tu habitación para que lo uses.

—Eres la mejor —canturrea, emocionada.

Vuelvo mi vista al espejo con una sonrisa plasmada en mi rostro para terminar de maquillarme, escuchando acerca de un problema que tuvo en el trayecto a casa, sin embargo, a pesar de toda la atención que intento prestarle, mis pensamientos van directo a aquello que he intentado bloquear desde que Mick me pidió que lo acompañe hace unos días. A pesar de que todo ha estado de maravillas desde que llegué, el sólo hecho de pensar que a un par de minutos de aquí está Seb, viviendo su vida de ensueño junto a su familia, me hace sentir náuseas.

—Cariño, te ves perfecta —me dice Corinna, entrando también en la habitación, observándome con sus intensos ojos azules que su hijo heredó, mientras se sienta a un lado de Gina en la cama.

—Lo sé —murmuro, provocando que ambas rían ante mi seguridad, para luego esbozar una mueca de disgusto en tan sólo pensar en aquello que me atormenta y espera fuera de casa esta noche.

Gina recibe una misteriosa llamada y sale de la habitación para contestar cuando comenzamos a atacarla con preguntas. Apenas estamos solas, Corinna pregunta:

—¿Qué sucede? No creas que no veo esa preocupación en tu mirada —me advierte.

Me quedo en silencio, cabizbaja, y ella parece comprender todo demasiado rápido. Esa es una cualidad que me hace amarla. Siempre sabe qué sucede, es como si tuviera un don para leer a las personas y así hacerlas sentir mejor.

—Es Seb, ¿no?

Asiento, sentándome a su lado en la cama— Yo sé que él la escogió, pero eso no significa que no se sienta raro tenerlos frente a mí restregando su amor en mi rostro —hago una pausa, intentando que las emociones no me invadan. Dios. Por esto no quería volver— Hubo un momento en el que en serio creí que sería fácil olvidarlo, pero estaba muy equivocada.

Corinna acomoda mi cabello con cariño antes de volver a hablar— No es fácil dejar de amar, querida. Ese amor tan intenso no se iba a ir tan rápido, sin embargo, te daré un consejo. Él está bien, viviendo su vida tranquilamente, no es justo que tú estés sufriendo por alguien que no siente lo mismo. No te frenes de disfrutar, eres joven, tienes una vida por delante —toma mis manos con cariño—, además, tal vez nisiquiera los veas. Mick puede hacer algo al respecto.

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