Capítulo XXII - La novia de papá

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La novia de papá

—¿Y ahora iremos por helado?

La emoción en la voz de Matilda me hace sonreír a medida que nos acercamos a los camerinos de su academia de ballet.

—¡Claro que sí! —respondo dando saltitos de felicidad junto a ella, que luce hermosa con su tutú rosa.

Es al menos el tercer taller al que se inscribe en los últimos dos meses. Aún no encuentra su pasión por algo definitivo y está desesperada por hacerlo, ver a su hermana apasionada por la lectura o a sus amigas con sus pasatiempos la hace sentir cada vez peor, especialmente cuando ha probado ya tantas cosas y ninguna termina por convencerla. Al parecer el ballet va por buen rumbo, sin embargo, pensamos lo mismo de gimnasia y terminó por abandonar.

—¿Y sabes que otra cosa haremos?

—¡Iremos de compras! —exclama ella, abrazándome y adivinando el minucioso plan que realicé a escondidas de su papá.

Amamos ir de compras, tal vez esa sea su verdadera pasión. Que lástima que sus padres no lo vean como tal y nos juzguen de consumistas despreocupadas. Tal vez lo seamos, pero lo disfrutamos demasiado.

Caminamos en dirección al centro de la ciudad en donde se encuentran la mayor cantidad de tiendas de ropa, hablando sobre lo que aprendió hoy y sobre un extraño sueño que tuvo anoche que me hace soltar carcajadas.

Limpio la mancha del helado de fresa del rostro de Matilda antes de entrar a nuestra primera tienda elegida. Recorremos cada uno de los pasillos, intentando llevarnos lo que realmente nos gusta y no todo lo que vemos. Por un momento, pienso en llamar a Seb para que nos haga entrar en razón, ya que queremos cada una de las prendas que nos probamos, pero finalmente decido comportarme como una adulta responsable y controlo nuestra emoción por la ropa llevando sólo lo necesario.

Al menos una hora después, hemos recorrido cada una de las tiendas y probado un montón de vestidos y faldas para el resto del verano. Las sonrisas satisfechas en nuestros rostros son evidentes a medida que llevamos el montón de bolsas al automóvil que estacioné cerca.

—¡Julieta, cariño!

La voz de Corinna a mis espaldas me hace girar inmediatamente en su dirección y tomando la mano de Matilda para que me acompañe, me acerco a la madre de Mick que me abraza inmediatamente, tan cálida como desde el día en que la conocí.

—Johanna, hermana, ella es la novia de mi hijo. Te había contado de ella anteriormente —me presenta Corinna a la mujer que le acompaña— ¿No te parece maravillosa?

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