Capítulo XXIII - La bruja Gertrudis

1.5K 154 79
                                    

23

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

23

La bruja Gertrudis


Seb está de viaje por trabajo y todo parece indicar su inminente regreso a la Fórmula Uno, por lo que lleva un par de días fuera de casa y, sinceramente, no sé si pueda soportar un día más sin verlo. No sé en qué momento me volví tan dependiente de él, pero la casa se siente tan vacía sin su presencia. Lo peor de todo es que aún le faltan varios días para regresar y las niñas están de vacaciones con la familia de su madre, así que por aquí todo está muy silencioso.

Observo a Thor decorar una tarta, mientras me comenta la receta, a la cual por cierto, me cuesta seguir. Ya ayudé a limpiar la casa, también ayudé a Elijah a podar algunas flores en el jardín y a Mikah a limpiar los automóviles, pero nada parece suficiente. Nada podría reemplazar lo bien que se siente estar con Seb y por lo que noto, hasta el tiempo parece estar en mi contra, pasando tan lento que parece imposible.

—¿Estás siquiera prestando atención?

La voz de Thor me saca de mis pensamientos rápidamente. Levanto la vista hacia él para verlo observarme con una de sus rubias cejas enarcada y las manos en la cintura en modo regaño.

—Sí, sí —miento.

Él claramente no me cree, sin embargo cuando está a punto de reprochar mi actuar y probablemente reclamar una vez más que ahora sólo pienso en Seb, llega una acalorada Gertrudis corriendo hasta nosotros. Su cabello luce completamente desordenado, su rostro sudoroso y sus regordetas mejillas sonrojadas. Thor y yo compartimos una mirada confundida para volver a posarla sobre ella que nos mira alarmada.

—¡Necesito ayuda! —exclama, tan alto que hasta Mikah allá afuera escucha y llega tan rápido como puede. Apenas la ve en tal estado comparte nuestra misma mirada desconcertada.

Es que verla así no es para nada normal. Gertrudis jamás se deja ver de esta manera frente a nadie. De todo el tiempo que llevo viviendo aquí cada día la he visto pulcramente vestida y peinada hasta cuando se va a dormir.

La mujer musita algo, bajando la mirada. Su voz es apenas audible y me cuesta comprender lo que dice. Su acento alemán tampoco ayuda mucho.

—¡¿Una cita?! —Thor y Mikah gritan al mismo tiempo, sin siquiera intentar ocultar la sorpresa en sus voces.

Ella asiente, totalmente avergonzada, mientras yo repito la pregunta anteriormente hecha, sólo que varios segundos más tarde por no haber escuchado con claridad antes.

—Eso no explica tu apariencia desaliñada —comenta Mikah, burlón.

Lanzo una mirada de reproche en su dirección por su poca sutileza, y él se encoge de hombros, sin entender el porqué de mi gesto.

—Intenté ponerme... linda —la última palabra la habla en un murmuro, lo cual me apena. Sé que suele ser muy mala con todos por aquí, pero mi corazón de abuelita siente dolor al verla en tal estado de desesperación.

Lust for life Donde viven las historias. Descúbrelo ahora