Capítulo XVIII - Feliz cumpleaños, Seb

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Feliz cumpleaños, Seb


No te vuelvas a ir nunca más —me pide Matilda acurrucándose contra mí a medida que el avión aterriza en el aeropuerto de Viena.

Le sonrío, acariciando su espalda— La próxima vez te llevaré conmigo, ¿sí?

La pequeña asiente, feliz.

Apenas tuve tiempo de empacar ropa de verano al llegar a casa, ya que Seb nos invitó a pasar unos días a Austria. Él espera allá por nosotras y, a pesar de lo horrible que es haber pasado más tiempo en un avión que en tierra en los últimos días, me emociona pasar tiempo con ellos después de las dos semanas que pasé en Chile, además hoy asistiremos a la carrera en el Red Bull Ring y mañana es el cumpleaños de Sebastian. Me encanta. ¡Muchas cosas buenas en tan poco tiempo!

Un auto y un chófer privado esperan por nosotras apenas nos bajamos del avión. Me decepciona un poco no poder ver a Seb aún, ya son dos semanas sin verlo, sin embargo, me envió un mensaje explicándome que hoy tendrá la oportunidad de conducir el antiguo monoplaza con el que ganó su cuarto título del mundo. Sí que saben hacer buen marketing. Todos aman a Seb, obviamente van a querer pagar más por verlo. Al parecer esta reunión más la que había reprogramado para ir a Chile, fueron el motivo por el que tuvo que irse antes.

Llegamos al hotel en donde nos hospedaremos, deleitando nuestras miradas con lo hermoso que es el lugar. Dejamos nuestras maletas en las habitaciones que ya estaban alquiladas con anterioridad y nos preparamos para ir al circuito.

Jamás pensé que podría decir eso.

Nunca había asistido a un gran premio de Fórmula Uno, y sinceramente, tampoco pensé que podría hacerlo algún día. Sin embargo ahora, caminando con Emily y Matilda aferradas en cada una de mis manos, puedo comprender la euforia de los fanáticos alrededor del mundo. El lugar es inmenso y me parece increíble la cantidad de personas corriendo de un lado a otro vistiendo los colores de sus respectivas escuderías. Las dos pequeñas a mi lado son las más cómodas y me causa mucha diversión ver cómo las reconocen otras personas por aquí.

—¡Julieta! —escucho la voz de Luciana a mis espaldas, por lo que nos dirigimos inmediatamente en su dirección. Se encuentra fuera del mítico garage rojo de Ferrari. Le doy un fuerte abrazo al tenerla frente a mí, sintiendo el floral aroma de su perfume y apreciando su vestido también floral. Tiene una particular y dulce manera de vestirse. Me gusta eso.

—¿En dónde está tu bebé? —le pregunta Matilda, desesperada por ver al pequeño Leclerc.

Lu sonríe inmediatamente ante la pequeña y le indica que está con su papá, preparándose para la carrera que habrá en unas horas. Me alegra saber que ayer pudo conseguir la pole position, por lo cual será el primero en partir.

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