XIX

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Los fuertes brazos de la luchadora mantenían a la súcubo a su lado, las sábanas negras ocultaban sus cuerpos desnudos, si bien Demi había acabado con el cuero más que adolorido luego de su combate de anoche, la tentación que tenía por hacer el amor con aquella morena fue el principal motivo para pasar una noche intensa -y como resultado el simple hecho de moverse le causaba dolor- — ¿No iras a entrenar? —Preguntó la súcubo haciéndose la inocente, pues sabía perfectamente que Demi no sólo estaba adolorida, sino que andaba agotada aún estando recién levantada.

—No, y tampoco tengo ganas de salir —Murmuró en respuesta, girándose para quedar boca arriba y mirar un punto fijo en el techo —Aunque tengo que ir a darle comida y sacar a pasear a mis perros —Tal vez tenga que irme en un rato —Chasqueó la lengua mientras se sentaba estirando sus brazos, quejándose de dolor en el proceso y causando una sonrisa satisfecha de parte de la súcubo, quien se deleitaba con esos sonidos, si bien no eran los gritos de sufrimiento que adoraba escuchar, pero que vinieran por parte de ella lo hacía más placentero.

Era la primera vez que Demi pasaba la noche en el departamento de su novia y se le hacía raro no despertar con el ladrido de sus perros, no le disgustaba pues el aroma a vainilla junto al silencio del hogar le transmitía paz —Bueno, yo en la tarde saldré a hacer unas cosas —Comentó levantándose lentamente bajo la mirada grisácea de la australiana, amaba provocarla cada que podía, meterse en su cabeza y que no dejara de pensar en ella todo el día —En fin, ¿Qué te gustaría desayunar? —Entro al baño y comenzó a lavar sus dientes, tal vez tomaría una ducha justo ahora.

—Yo me encargo del desayuno, confía en mí —Respondió tomando su camiseta junto a su ropa interior para proceder a colocársela, saliendo de la habitación y caminado por el pasillo gris del departamento hasta llegar a la cocina y preparar unos pancakes, eran los favoritos de su pareja.

Vayne terminó por tomar un baño y comenzó a vestirse para la "ocasión", unos pantalones de jeans negros que contorneaban sus piernas a la perfección, junto a un top con escote y su cabello suelto, se colocaría una chaqueta antes de salir por lo que solo se colocó perfume y miró la hora en su teléfono, eran las once del día, buscó la dirección de aquel bar mientras elegía que zapatos usar, ¿unos tacones? No, eso era muy elegante, ¿unos tenis? Probablemente aunque no le apetecía ir con las vans, terminó por elegir unas botas de combate, por si la cosa "se ponía fea", pues no iba a buscar a un simple demonio, iba a buscar a La demonio, le costaría intimidarla y hacerla hablar, pero sí logró ganarle en una pelea en casa de Demi, ¿por qué no le ganaría en su propio bar?

El dulce aroma de los pancakes le hicieron sonreír nostálgica ante el recuerdo de su madre, terminó por amarrar sus botas y fue a la cocina, encontrándose con Demi sirviendo la comida en unos platos, junto a un jugo de manzana, se le acercó en silencio y palmeó su trasero haciéndola saltar del susto, no se había percatado de la presencia de la súcubo al andar concentrada en los desayunos.

—Huele estupendo —Murmuró en su oído, pasando sus manos sobre el vientre de la australiana.

—Espero y te guste cariño —Sonrió apagando la estufa.

Luego del desayuno agradable junto a risas y caricias la australiana tuvo que irse para cuidar a sus mascotas, Vayne aprovechó de su soledad para terminar de arreglarse, "si iba a matar a alguien al menos debía hacerlo con estilo" fue lo que pensó mientras maquillada sutilmente su rostro, miró la hora y sonrió sabiendo que tenía más que tiempo de sobra, quería ir cuando el atardecer ocurriera, quería retarla y darle pelea con un poco de ventaja, después de todo, un poco de emoción no vendría mal en su monótona existencia.

Salió de su apartamento y comenzó a conducir lentamente mientras escuchaba música, golpeando suavemente el volante mientras se dirigía a su destino que no estaba para nada cerca, quería ir antes de que abrieran las puertas de ese bar, aprovechar de amenazar a aquella pelirroja y deseaba disfrutarlo solo para ella, pues ese demonio no era para nada sumiso y temeroso, si tenía que pelear lo haría y con gusto le daría pelea con tal de salir victoriosa y demostrar que tenía poder, que no era una súcubo cualquiera y que no era buena idea meterse en sus asuntos.

Succubus |Rhea Ripley|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora