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Fergal caminaba alegre por los pintorescos pasillos de Monday Night Raw mientras escuchaba música por sus audífonos dirigiéndose a su camerino y saludando alegremente a sus compañeros que caminaban por allí, acomodó su bolso mientras se acercaba a su destino, sacando su teléfono para ponerle pausa a la canción mientras se adentraba a la oscuridad de su camerino.

Apenas cerró la puerta una fuerza brutal lo estampó contra esta misma, unos orbes amarillos brillando entre la oscuridad frente a él delataron inmediatamente de quien se trataba —Vayne... ¿Qué tal? —Estiró su mano hasta el interruptor y encender la luz, confirmando que se trataba de la misma súcubo — ¿Todo bien? —Preguntó con una sonrisa amable ante el ceño fruncido y la mirada de odio que estaba recibiendo.

—Me encantaría decir que sí, pero aparte que no es de tu incumbencia saber que pasa en mi vida y cómo estoy solo vine por una cosa —Soltó al irlandés que había tenido retenido del cuello con su antebrazo y se cruzó de brazos, tratando de dejar su orgullo de lado.

—Bueno, sólo trataba de ser amable —Levantó sus manos en señal de paz, agradeciendo que Vayne no era capaz de matar con la mirada — ¿A qué viniste si tanto odio me tienes?

La súcubo suspiró pesadamente procesando las palabras correctas antes de comenzar a hablar de lo que tanto detestaba —Vine porque necesito hablar del pasado, de cuando me adoptaste en ese maldito bosque de Alemania —Fergal la miró extrañado y sorprendido mientras dejaba de tener toda actitud burlona o que simplemente pudiera molestar a la súcubo, quería ser lo más neutral posible —El demonio que tanto me acosa... Sabe cosas que nadie más que tú sabrías —Fergal se cruzó de brazos intrigado.

—Esto será una charla bastante larga —Suspiró y caminó hasta el sillón, invitando a la súcubo a que se sentara junto a él — ¿Qué tanto sabe ese demonio? —Cuestionó apenas la pelinegra se sentó junto a él, molesta y al mismo tiempo evitando el contacto visual.

—Mucho, sabe de Gabriel, de nosotros... Dice que yo lo conocía pero que no lo recuerdo —Relamió sus labios mientras cruzaba sus piernas tratando de alejar los recuerdos del sacerdote que volvían a su mente —Y que yo sepa, tanto mis padres como Gabriel están muertos como para venir a molestarme ahora, a no ser que seas tú cambiando de forma —Acusó con molestia mirándolo fijamente a los ojos, quería percatarse de que no mintiera.

—No soy yo Vayne, iniciando con que no soy cambia formas y lo sabes —Se defendió apuntándola con el dedo —segundo, yo estaba en combate cuando atacaron a Demi aquella vez y tercero yo no he dicho nada de nuestro pasado a nadie, principalmente por respeto a ti y porque es algo que pasó hace mucho tiempo y no tengo amigos demonios —Vayne chasqueó con su lengua al ver que no mentía.

— ¿Entonces quien mierda es?, ¿mi padre acaso revivió y busca fastidiarme otra vez y tratar de matarme? —Fergal fue capaz de sentir la frustración en la voz de la súcubo, deseaba darle un abrazo de consolación pero no sabría cómo podría reaccionar, ya no eran nada y ser amable con ella no funcionaría como antes.

—Si fuera tu padre no daría tantos rodeos Vayne... —Murmuró mordiendo su labio, conocía a aquel íncubo y si deseaba matar a su hija ya lo hubiera hecho, lo había enfrentado tantas veces que se le hacía predecible cada acción que tomaba — ¿Cómo se veía ese demonio?

Vayne dejó caer su cuerpo rendido sobre el respaldar del cómodo sillón, sentía que no iba a ningún sitio con todo esto —La primera vez que lo vi no era más que un demonio genérico con cuernos y garras con partes de su cuerpo enteramente de negro, la última vez lucía como un serafín, tenía como seis alas repletas de ojos y brillaba más que una linterna a máxima potencia —Describió mirando un punto fijo en el suelo con molestia.

Succubus |Rhea Ripley|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora