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FUTURO

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Me repaso una vez más en el espejo, llevaba un pantalón que agradecía fuesen algo anchos y una camiseta de manga corta, ignorando el frío y el invierno que estaba al acecho.

Termino por colocarme un collar dorado simple, aunque se me complique lo suficiente para que batalle unos cuentos minutos en ello.

Al final, dos manos más grandes que las mías terminaron por hacer el trabajo.

—Te ves preciosa —susurra en mi oído, yo sonrío mientras veo su reflejo en el espejo.

—Oigan, no es por interrumpir pero, ahora mismo me están dando un ataque directo mientras me restriega su amor —volteo a mirar a Alexa quien está envuelta en una sabana comiendo frituras.

—Estarías en la misma posición que yo ahora si no te aburrieras de todos a la semana—Ella cambia su semblante junto a una pequeña sonrisa maliciosa.

—Es que no me gusta la rutina —encoge sus hombros—, pero soy culpable.

La camioneta vuelve a detenerse con poca amabilidad, casi me caigo de cara de no ser porque unos brazos me envuelven, ganando un suspiro de Zack.

—Si lo que quieres es matarnos, avísanos, podríamos facilitarte el trabajo —le informa.

—¡Lo siento, pero ya llegamos!—se escucha gritar más adelante.

Me giro aún sostenida por Zack.

—¿Llegamos? ¿A dónde?—inquiero llena de curiosidad.

—¿Crees que vinimos en vano a este viaje? Todos apartamos de nuestro tiempo para que te sintieras mejor y más tranquila, por lo que veo, lo hemos logrado —soy de nuevo un tomate gracias a sus palabras.

No era consciente de aquello, pensé que solo le habían invitado, no que habían organizado todo esto para mi.

Zack corta la distancia entre ambos cuando planta un beso lleno de dulzura, es un beso leve y tranquilo, pero logró afectar todo mi cuerpo como un sismo.

Cuando bajamos de la camioneta, un parque de atracciones está frente a nosotros, los colores y las luces están por todas partes, sonrío, solo una escasa vez había venido con mis hermanas en mi adolescencia.

—¿Quieres entrar ya?—seguro lo decía en broma. Estaba más emocionada que los niños pequeños que corrían a la entrada, que no dudé en seguir.

Miré a mi alrededor, tantas atracciones a las que quería subir.

—¿A cual subiremos primero?—inquiere, Diego.

—Pues seguramente a uno tranquilito, no queremos vomitar, por ahora —ese por ahora nos ha caído mal a todos, era claro que no queríamos acabar así.

—¿La rueda de la fortuna?

—Puede decidir mientras nosotros vamos por las entradas, ya vuelvo —recibo un beso en la cabeza antes de que el pelinegro se aleje acompañado de Diego.

Que no se demore mucho.

Exacto, ya nos estamos entendiendo.

—¿Para cuando el anillo?—Suelta Alexa.

—¿Para cuando el novio?—evito reír cuando Rylie le molesta.

—Venga ya, no me molesten con eso, estaba muy cerca de presentarles a alguien.

Mensajes que nunca llegaron ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora