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ESTÚPIDAS GANAS DE VERTE


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—Pueden salir.

Si Zack, puedes salir ya de mi cabeza, hasta el señor Adams te lo ha pedido amablemente.

Vamos a ignorar el hecho de que han pasado ya tres días sin saber de él ¿Vale? Vale.

Con mi desorden de ideas y millones de pensamientos estrellando mis pocas ganas de vivir hoy, camino hacia la puerta del aula, donde me detengo por la voz del señor Adams.

—¿Señorita Diamond?—su semblante confundido se fijó en mí, caminé unos cuantos pasos perezosos hasta él.

—¿Necesita algo?

—De hecho sí —cruza los brazos al momento en que se sienta en la mesa de madera que tiene a su costado.

Yo intento hacer lo mismo pero me detiene.

—Oh no querida, eso solo puedo hacerlo yo —me dice y camino aún más decepcionada de la vida hacia uno de los asientos—, ¿se encuentra bien?

—Algo así... no es nada, solo son problemas personales.

—¿Peleas con su pareja?

Abro los ojos, algo aterrada por su cercanía a la verdad.

—Algo así.

—Mhm —Asiente con la mirada fija en una de las esquinas del lugar—, ¿Y eso te hace sentir culpable o mal al respecto?

Oh, oh, esto era malo en muchos aspectos. Más porque la respuesta a esa pregunta tenía mucho que ver con un sí.

—Siento algo de culpa, sí —murmuro.

—¿Y la tienes? —niego con la cabeza, pero detengo el movimiento porque justo me cuestiono si en realidad la tengo.

—No directamente, supongo.

—¿Y eso fue hace...?

—Tres días...—meneo la cabeza lentamente—, Lo lamento, es mi profesor de literatura y parece ya mi psicólogo.

Me levanto del asiento con cierta decepción de mi parte.

—Que me preocupe por mis alumnos no es algo que me haga un psicólogo, Diamond, pero si una maestro con ética y una persona con humanidad —subí la mirada, tenía razón—. Necesito que tengas tu mente despejada para la próxima semana.

—¿La próxima semana?—pregunto, incrédula.

—Así es, la próxima semana podrás hacer los formularios y las pruebas que definirán tu puesto en el programa para autores.

Eso... lo había olvidado, que torpe.

—¿Has leído lo que te he mandado al correo? —asentí—, perfecto, solo debes echarle unas cuantas revisiones antes de presentar la prueba y es más que seguro que te quedas con ese puesto.

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