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Este capítulo es un tanto largo, pero valdrá la pena al final♡ espero les guste.

FELICIDAD

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La canción que sonaba en la radio era lo único que nos quedaba porque Diego al tratar de subir a la camioneta luego de que se dejaran las llaves dentro, había roto ese hermoso teclado de lista de música.

Al final dijo que lo pagaría con una sonrisa inocente.

Pero a decir verdad no era tan malo, fuera de algunas rancheras y algún tipo de música que no distinguí...

Sonaron muy buenas canciones como Sweater weather, que por casualidad todos la conocíamos y empezamos a cantarla por toda la mañana.

Ya era turno de Diego y Rylie el de ir manejando, así que yo me encontraba acostada en la pequeña cama que antes era un sofá —ya ustedes me entenderán—, Mis manos acariciaban la cabellera despeinada de Zack mientras dormía. Estaba agotado, y con toda razón, había conducido toda la noche hasta que los demás despertaron. Luego de ello me jaló del brazo y me arrastró hasta aquí para poder dormir, y por supuesto que no me negué.

Sentía millones de sentimientos ahora mismo.

Mi cuerpo abajo de Zack era muy diminuto pero no importaba tanto ahora, ambos parecíamos estar bastante cómodos. El corazón de Zack latía con normalidad sobre mi vientre ya que había utilizado mas abajo de mis pechos de almohada y sin darme tiempo a protestar. Ahora valía la pena, claro que sí.

Esta sensación era nueva y única, quería guardarla para siempre, quería sentirme así toda una eternidad y sin moverme ni un poquito.

El chico que tenía encima de mí mientras descansaba se había convertido en el responsable de mis latidos apresurados, y tan solo se había demorado dos meses... porque claro que luego del tercer ya me tenía soñando con él y todo.

Yo voto porque fue brujería, pero no me quejo

Nadie se quejaría, hermana.

La canción en la radio ya la había escuchado, y parte de ella había quedado en mí memoria en vagos recuerdos de adolescencia.

Sin ser muy consciente de ello, empiezo a cantar junto a la letra de la canción.

—Me he encontrado viéndote a los ojos y abrazarte me calmó... todo el miedo que hay en mí.

—Todo el miedo que hay en tí...—una voz ronca sonó en un tono muy bajo.

—Dime que estarás en cada noche y cada día de dolor...

—Es que yo te quiero a tí...—susurró nuevamente, robando una más de mis sonrisas.

Si pudiera almacenarlas ya no sabría donde guardarlas.

—¿Desde cuando estas despierto?

—¿Quien dijo que lo estaba? Puedo cantar dormido ¿No lo sabías?

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