EXTRA

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Mensajes que no llegaron

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Cuando vi mi reflejo en el espejo estaba más que claro que me había gustado cada detalle, eso claramente no quitaba que tuviera el pulso disparado y unas ganas de salir corriendo de aquí en cualquier momento.

Recordé lo que le sugerí a Katherine en su boda. Si decidía irse corriendo Kev no se lo perdonaría, bueno, seguramente Zack dejaba de hablarme por un día, de igual forma no arriesgaría un día por mis estúpidos nervios.

—Mamá deja de llorar —le pido con una sonrisa.

—Es que te ves tan linda hija...—suspira—, me alegra que tomaran este paso.

—Ya era hora, ya dos años desde que se conocieron —me recuerda mi mejor amiga.

—Bueno, ya es hora —la madre de Zack aparece tras la puerta con una sonrisa—, Te ves grandiosa, Jana, quien lo diría, hoy una boda, mañana un divorcio.

Trato de hacerme la sorprendida.

—¿Se separará del padre de Zack?

—No trates de sonar sorprendida, querida, Es lo que tuve que hacer hace años.

Todos estábamos de acuerdo.

—Muchas gracias, gracias a todas por ayudarme tanto.

—No es necesario que agradezcas, lo sabes.

—Te dejaremos sola un instante, iremos a procurar que Zack no entre...—Sus ojos se fruncen cuando desvía la mirada hacia afuera de la cabaña donde todos nos encontrábamos–, No Zack, te he dicho ya que no puedes entrar.

Cuando por fin me encuentro sola la sonrisa desaparece, necesitaba un momento, uno muy largo, creo que por más que te prepares mentalmente para la boda jamás estarás lo suficientemente listo.

Solté una bocanada de aire, ese nudo en el estómago acompañado de mariposas era la sensación más extraña y a la vez hermosa de mi vida.

Una vez más mi mirada se posó en mi reflejo.

Mi primera pregunta iba de la siguiente manera; ¿Como me vería Zack? ¿Que es lo primero que haría al verme?

Estaba convencida de que lloraría, —no más que yo, claro estaba—. Y si no lo hacía le había advertido ya que me devolvería y me iría como si nada de la boda.

El vestido que llevaba no era la cosa más estrabagante, era ceñido al cuerpo y con una cola larguísima, Alexa había dicho que al final de la boda podía quitarla sin problema para que no me sintiera incómoda y le agradecería eternamente por eso.

Mi cabello estaba suelto, rompiendo esa tradición de llevar el cabello recogido, aunque fue más una decisión de último minuto, mis ondas no me permitían tener el cabello bien organizado, tal como la puercoespín que era.

Lo cierto era que no me veía con un vestido blanco hace dos años a esta edad, estaba muy lejos de los planes originales. Aunque este plan había sido el mejor.

La puerta sonó en golpecitos pequeños que llamaron mi atención.

—Adelante mientras no seas Zack.

La cabeza castaña de mi mejor amiga se dejó ver el pequeño borde de la puerta abierta.

—¿Estás lista?

Mensajes que nunca llegaron ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora