Eran las seis de la tarde, pero el sol brillaba. Como era verano, el sol estuvo brillando incluso aunque ya eran más de las siete en Londres. Su cuerpo, adaptado a la atmósfera tranquila y sosegada, se sentía incómodo ante el aire vespertino de la tarde.
Apo tiró holgadamente con el dedo, del cuello de su delgada camisa formal. Estaba tan incómodo, como si como si estuviera en un lugar al que no debería haber venido. Su cuello estaba rígido.
'Incluso ahora...'
No es demasiado tarde. Incluso ahora, podía programar una cita y hacer algo que no estaba planeado. El tratamiento se podía realizar con medicamentos o asesoramiento psicológico o, quizás, podría existir una forma de tomar inhibidores por un tiempo y evitar las relaciones sexuales por completo. Cuando pensó en eso, se sintió abrumado por el arrepentimiento. Desde cualquier punto de vista, era una elección tonta.
Tener una relación con un Alfa. Era absurdo, poco profesional y de alto riesgo. Estaba muy lejos de su política de invertir principalmente en artículos estables y de valor asegurado.
Su padre, Jonathan, solía decirle a menudo que a veces hay que correr riesgos para conseguir lo que nadie ha conseguido. Ya fuera en la vida o en los negocios, Jonathan estaba convencido de que un momento como ese le ocurriría al menos una vez en la vida.
Pero a Apo no le gustaba la palabra riesgo. Desde que su hermano fue secuestrado a una edad muy temprana y su familia fue sacudida por un disgusto indescriptible, Apo siempre había preferido elegir lo seguro. Se acostumbró a moverse bajo circunstancias que pudiera controlar. Y sin embargo, la razón por la que tomó esta decisión...
—Llegaste temprano.
Al oír una voz a sus espaldas, Apo se dio la vuelta. Solo pudo ver una sombra. Su mirada se elevó un poco. Al mirar fijamente a sus ojos, Apo pensó.
¿Me recuerdas?
—Estás aquí. —le dijo una voz baja secamente. Apo levantó los ojos para mirar la cara de la otra persona.
Su cabello negro y sus labios suaves y curvados, daban una sensación muy agradable. Era un hombre guapo. Aunque había pasado el tiempo, su rostro aún era claro en su memoria. Un rostro amable que parecía un poco más maduro que hace seis años y más dulce que hace unos meses. Ambos encuentros fueron muy cortos, habían durado menos de cinco minutos. Sin embargo, Apo recordaba al hombre con exactitud.
—Señor Romsaithong.
Quizás en su mente era diferente, pero Mile Romsaithong no había cambiado. Su voz dulce, de tono medio y bajo, y la sonrisa que derretía a su interlocutor, eran las mismas. Apo pensó de nuevo.
'¿Recordará Mile lo que sucedió en la víspera de Año Nuevo de hace seis años? ¿Sabrá que soy el hombre con el que se ha encontrado y besado en el pasado?'
—¿Esperaste mucho?
—No.
Tenía los ojos curvados. Sus ojos, azul y gris, bajo los pliegues de sus párpados lucían extraños. Eran los únicos ojos que inspiraban a Apo, que no sentía ninguna sensación ni siquiera cuando veía obras de arte, esculturas, o gente guapa. Era la primera vez que veía a alguien con los ojos de colores diferentes. Probablemente.
—Como está brisando bastante, hice una reserva en el Patio. ¿Nos vamos?
Apo asintió ante las palabras que escuchó. Al mirar la espalda del hombre que se dio la vuelta y comenzó a caminar, Apo decidió imitarlo.
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DTR ||MileApo||
RomanceApo, que ha vivido una vida donde el matrimonio, el amor y todos los aspectos de su vida son controlados por su familia, un día es diagnosticado con insensibilidad psicológica. Siguiendo la sugerencia de su médico, quien le dice que debe tener sexo...