Tercera Semana 5

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Para Apo, era especialmente doloroso usar las expresiones faciales que había perfeccionado en toda su vida ese día, así que trató de evitar mirarlo por el momento. Pero Mile lo detuvo. Suavemente, presionó al hombre que intentaba levantarse debajo de él, y dijo:

—Mírame, Apo.

—... 

Cuando su voz ansiosa lo atrapó, su corazón se debilitó como si fuera un tonto. Apo miró hacia otro lado por un momento, y luego se volvió para mirar fijamente a Mile. Apo notó que los ojos, bajo el cabello desordenado que nunca antes había visto, solo se enfocaban en él.

Una vez que había reconocido sus emociones, estás se levantaban en su interior sin darle la oportunidad de reprimirlas. Su deseo de monopolio se disparó. Quería mantener esa mirada fija en él, y hacer que lo viera una y otra vez

—No te ves bien. ¿Te duele mucho?

—No es eso.

—¿O no fue bueno para ti?

Su pregunta lo dejó sin palabras por un momento. Para Apo, quien estaba acostumbrado a probar los resultados, la evaluación del comportamiento que seguía inmediatamente después de la relación sexual, era muy desconocida.

Los omegas solían decirle que había estado bien, pero Apo nunca le había dado ningún significado a ese tipo de evaluación. Ciertamente seguía su aprendizaje, lo aplicaba con frecuencia y sabía que tenía que hacer para satisfacer a la otra persona. Eso era todo. Sin embargo, era obvio que su silencio sería malinterpretado en el contexto en el que se encontraba. Ese tipo de silencio no era positivo. Y Apo no quería molestar a Mile. Eso era claro, incluso antes de que definiera claramente lo que sentía por Mile Romsaithong.

Quería complacer a ese hombre. Le gustaba que ese hombre sonriera por él. Eso era lo que pensaba, a lo largo de esa ridícula parodia.

—...estuvo bien.

Además, era cierto que había estado bien. Pero si su abuelo se enteraba de eso, se molestaría mucho. La situación en sí era muy complicada. Desde el hecho que era un Alfa, que era abrazado sin escrúpulos por otro Alfa, hasta el punto de tener problemas durante su periodo de Rut por no poder manejarlo adecuadamente, e incluso sentir un placer ridículo durante ese acto, todos esos eran elementos vergonzosos e insultantes.

Sin embargo, al mismo tiempo, su orgullo le obligó a admitir la situación. Apo no era un hombre honesto, pero tampoco era una persona que malentendiera una situación solo para preservar su orgullo.

Entonces Mile sonrió alegremente. Sus hermosos labios curvados le tocaron la frente.

—Me alegra que haya sido así.

Su voz no sonaba muy nerviosa. Apo sabía que él no era alguien que se dejara influir por sus palabras. Desde besos que le arrebataban el alma, hasta el sexo que le daba placer en lugar de dolor, todas eran técnicas imposibles de conseguir con una experiencia ordinaria.

Entonces, Apo de repente recordó, cuántas personas habían pasado por la vida de Mile antes de conocerlo. Surgió un malestar en su interior. Fue algo similar a cuando encontró a los recepcionistas mirando a Mile en el vestíbulo del hotel.

—A mi también me gustó.

La otra mano de Mile, que no tocaba su cabello, bajó. El agujero densamente hinchado de Apo, todavía estaba ligeramente abierto, debido al tamaño excesivo de su pene. Cuando el dedo de Mile tocó su membrana mucosa, su dolor aumentó. Mientras parpadeaba, sus muslos fueron apretados ligeramente. Los dedos de Mile frotaron el agujero por donde había salido el semen blanco y luego, se hundieron. Su disgusto por el comportamiento de Mile desapareció. En su lugar, la excitación se apoderó de Apo rápidamente.

DTR ||MileApo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora