Pausa 5

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La mansión de Hampstead Heath, a la que acababa de llegar, estaba vacía. Apo no estaba allí.

Lo que recibió a Mile fue un cartel, que informaba que la venta se había completado. Mile detuvo el coche mientras miraba las letras que presentaban el nombre y el número del corredor.

Su mente se quedó en blanco por un segundo. Sintió como si hubiera recibido un fuerte golpe en la cabeza. Mile detuvo el coche y se aferró al volante. Miró hacia el frente y parpadeó. El calor se fue elevando lentamente en su interior. La mano que sujetaba el volante fue ganando fuerza gradualmente. Sus dedos largos se tensaron y las venas se erigieron en el dorso de su mano.

No había pensando en esto.

—Ja. —una pequeña sonrisa se escapó de su boca.

Y mientras se pasaba la mano por el cabello, Mile cerró los ojos por un momento y luego los abrió. Su mente estaba entumecida. Se quedó mirando hacia el frente en silencio, como si hubiera visto una escena increíble.

Algo empezó a hervirle hasta el cuello. Su estómago estaba tan caliente como el fuego. Estaba enojado y también avergonzado. Pero por encima de todo, sintió una sensación de pérdida incontrolable. Había muchas diferencias entre no contactarse y no poder reunirse con alguien incluso después de contactarse. Se sentía tan triste como el día en que se dio cuenta, de que nunca volvería a ver a su madre. Se sentía así, a pesar de que pensaba que no se había involucrado tan profundamente con Apo.

Apo siempre había hecho cosas más allá de las expectativas de Mile. Sus bonitos ojos enrojecidos, la forma en la que le pidió quedarse, y el acto de quedarse de pie mirando su espalda, eran cosas que Mile nunca había imaginado que podía hacer Apo.

Pensó que lo estaba conociendo, pero en realidad no sabía nada. Mile Romsaithong no sabía nada sobre Apo Wattanagitiphat. Sus palabras, diciendo que no tenían ninguna relación, fueron irónicamente correctas. No conocía a Apo.

Sin embargo... sé algunas cosas. Sí, ya sabía que Apo era una persona encantadora. Quienquiera que fuera Apo, eso no había cambiado. Esa imagen ya estaba grabada en los ojos de Mile.

Quería saber más cosas sobre Apo. Quería hacerle preguntas que no le había hecho, porque pensó que no era correcto. Quería saber lo que estaba pensando, por qué lo miraba de esa manera, por qué actuaba así, esperando pacientemente una respuesta. Quería escuchar los verdaderos sentimientos de Apo, mientras él se lo permitiera.

Actuaba como si estuviera tratando a alguien que le gustaba, pero su comportamiento no fue así. Fue el propio Mile quien desdibujó la relación. Porque Apo era algo que nunca había visto antes, y porque él era la única excepción para Mile Romsaithong.

Se frotó los labios en silencio y golpeó el volante. Con un rostro pensativo, Mile reflexionó durante mucho tiempo mirando hacia adelante. Había una forma en la que podía encontrar a Apo. Pero la pregunta era si Apo quería que lo encontrara. Mile siempre había estado inclinado a dejar ir las cosas que a su pareja no le gustaban. No quería ser alguien que forzaba sus sentimientos de esa manera. No estaba seguro de que Apo quisiera verlo ahora. Pero al mismo tiempo, parecía que solo estaría seguro si iba a verlo.

El cielo, que se había teñido de un tenue color naranja, se oscureció antes de que se diera cuenta. Y después de pensar por un momento con una sonrisa en su rostro, Mile sacó su teléfono.

La imagen de Apo se dibujó una y otra vez frente a sus ojos. Bajo la brillante luz del sol, pudo verlo parado solo en medio de la gente, caminando por la calle sonriendo. Su rostro pulcro, que parecía un tanto solitario, de alguna manera hizo que Mile se volviera hacia atrás mientras él parpadeaba. Entonces su corazón se rompió.

Mile entrecerró los ojos levemente y se sacudió de su vacilación. Y después de rebuscar en su bolsillo y sacar su billetera con la boca cerrada, encontró algunas tarjetas de presentación. La tarjeta de presentación de Jeff estaba en el medio.

Se sintió extraño al contactar a la persona con la que pensó nunca volvería a hablar. Poco después de iniciar el tono, la otra persona respondió la llamada.

—Soy Jeff Satur... ¿Mile?

—Jeff. —dijo Mile con calma, mientras dejaba escapar un largo suspiro.

—Tengo un favor que pedirte.

Después de una breve pausa, Jeff respondió:

—Te escucho.

—¿Puedes ayudarme a ver a Apo una vez más?

—Mmm.

Jeff, quien emitió un sonido de duda, susurró en voz baja como si estuviera hablando en secreto.

—No creo que sea fácil que puedas verlo. Las cosas se han complicado. Sin embargo, creo que es posible si se lo pido a Barcode...

—Por favor, Jeff.

—Soy responsable de que ustedes se conocieran, así que me gustaría hacer esto...

Siguió un breve silencio. Entonces, Jeff habló con firmeza como si hubiera tomado una decisión.

—¿Recuerdas dónde queda mi casa?

—¿Te refieres a la mansión en Russell Square?

—Sí. Solo ven aquí ahora mismo.

Mile se frotó la frente ligeramente. Recordaba haber recibido la dirección. Pero en algún momento la había borrado. Ya había borrado todos los mensajes de texto de Jeff, que había guardado durante más de medio año.

—¿Puedes enviarme la dirección una vez más? Recuerdo el camino, pero envíamela de nuevo por si acaso.

—De acuerdo.

Quizás lo había hecho el día en que Apo le habló con frialdad, como si quisiera aclarar su relación con Jeff. Ese día, Mile borró todos los mensajes de texto que había intercambiado con Jeff. No dejó nada. No tuvo intenciones de conservar su tarjeta de presentación, pero en esa situación en la que se encontraba era algo bueno.

Apenas podía respirar cuando terminó la llamada. Le dolía el corazón y quería ver a Apo de inmediato. Su figura de pie sola no se desvaneció de su mente, sino que poco a poco comenzó a hacerle sentir un hormigueo en los ojos.

Y después de ver la casa vacía por última vez, Mile puso en marcha el motor.



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DTR ||MileApo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora