Pausa 4

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Después de haber confundido la espalda de otra persona con la de Apo, sus síntomas empeoraron un poco más.

Sus pasos se detenían cuando veía una espalda con un traje similar a los de Apo. A medida que se completaban los proyectos, el tiempo que dedicaba para meditar aumentaba gradualmente. Y al final del día, le era difícil concentrarse. McKenzie lo notó sin dificultad.

—¿Por qué empeoraste en estos tres días que te di de descanso? —preguntó McKenzie, mientras lo miraba con el ceño levemente fruncido.

Estaban en la oficina de Mile. Tan pronto como escuchó la voz de McKenzie, Mile rápidamente relajó su expresión. Luego se rió.

—Hay mucho trabajo.

—Nunca te has puesto así, ni siquiera cuando tienes horarios peores que este.

—Debe ser que ya estoy viejo.

—¿Vas a morir entonces?

—Eso parece. —Mile sonrió y se disculpó.

McKenzie, que arrugó la cara como una bola de papel, se sentó en el escritorio de Mile.

—Solo te daré unas vacaciones. Ya has terminado lo importante.

—Estoy bien.

—No estás bien. Es difícil verte parpadear. ¿Es porque estás solo? —Mile la miró extrañado. McKenzie se encogió de hombros mientras él la miraba fijamente.— Sabes que hay mucha gente a mi alrededor pidiéndome que te presente, ¿verdad? Elije a alguno de esos.

—¿En serio?

Cuando él le hizo esa pregunta con una suave sonrisa, McKenzie sacó su teléfono. Al verla preparada, sintió que lo estaba animando.

—Cuando estás soltero, circulan rumores en la empresa. Han estado en fila durante todo el año porque no estás saliendo con nadie. Hablando de eso, ¿Olivia realmente no te gusta? Ella tiene buena personalidad y le gustas desde hace mucho tiempo.

Mile se agarró la barbilla y sonrió con los ojos bien abiertos. Los sentimientos no podían ser unilaterales. No había razón para aceptar a una persona, solo porque le gustara. Sus ojos sonrientes volvieron a mirar hacia afuera. Entonces, en su mente surgió una pregunta.

—O uno de mis conocidos...

Si le dijera a Apo, si hubiera preguntado lo que quería preguntar.

—... ¿Quizás eso no es lo que te gusta? Entonces... 

¿Y si Apo respondía esa pregunta? Entonces, ¿aceptaría a Apo? Probablemente lo haría. Pero había una cosa de la que no estaba seguro. No sabía si los sentimientos que sentía por Apo podían llamarse amor.

El amor de Mile se basaba en una cierta atracción intensa, como cuando conoció a Jeff por primera vez. Pero con Apo no se había sentido así. Quizás fue por el mal comienzo. Era muy diferente del amor que Mile conocía.

En la vida de Mile, el amor siempre estuvo acompañado de algo apasionado. Como suele hacerlo un niño, Mile aprendió sobre el amor con su madre.

Sophia era una persona cuyas emociones se revelaban vívidamente. Ella era una mujer con cabello castaño oscuro y brillantes ojos azules. Mile, Natalie, y todos las que la conocían la amaban. Quizás su padre también solía amarla. Según Nat, su madre y su padre no eran así desde el principio. Pero según los recuerdos de Nat, que es ocho años mayor que Mile, su madre y su padre tenían frecuentes peleas antes de que Mile naciera. Eso era todo lo que Nat sabía. No había forma de que un niño conociera la razón de la separación de una pareja. Todo cambió desde que Mile nació.

DTR ||MileApo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora