Cuarta Semana 3

249 48 1
                                    

Cuando recuperó la conciencia, Apo sintió un aroma familiar. Era un aroma nostálgico y seductor.

Con el ceño fruncido, Apo apenas pudo levantar sus pesados párpados caídos. Sus ojos estaban rígidos. Su garganta estaba seca.

'¿Acaso me desmayé?'

Mientras pensaba en eso, Apo trató de mover su cuerpo. Y de inmediato, sintió una temperatura corporal que no era la suya. También sintió la textura de la ropa que tocaba su piel. No era el toque de su camisón.

—¿Ya despertaste?

Apo parpadeó. Su visión borrosa se enfocó, y pronto pudo ver un rostro en la oscuridad. Apo frunció ligeramente el ceño ante la aparición de alguien que no podía estar allí.

'No puede ser.'

Si era un sueño, su calidad era mala. De ahora en adelante, ¿era necesario mostrarle a la persona que de alguna manera tenía que olvidar tan vívidamente?

—...¿Mile?

Aunque pensó que era un sueño, Apo no pudo evitar mencionar su nombre. A medida que su conciencia regresaba gradualmente, el olor de Mile se hizo más intenso. El rostro que miraba hacia abajo tenía una expresión gentil, pero no sonreía como siempre lo hacía.

—Sí.

La voz, que siempre hablaba con un tono amistoso, hoy le resultaba un poco extraña. Apo se convenció después de unos segundos que eso no era un sueño. Luego lo invadió una oleada de vergüenza.

Estaba lo suficientemente avergonzado como para contener el calor del Rut que llenaba su cuerpo, tan pronto como se despertó.

—¿Cómo se supone que... estás aquí?

—Tu me llamaste, Apo. ¿No te acuerdas?

No lo recordaba.

Estaba buscando un inhibidor en la mesita de noche y luego perdió la memoria. Si realmente lo había contactado, debió haber estado buscando a Mile inconscientemente.

—Recibí tu llamada, y tu voz sonaba mal, así que decidí venir a verte. Me preguntaba si te había pasado algo. —dijo Mile con calma.

Apo sintió una extraña distancia en su voz. Parecía real que había venido porque no sabía lo que podría haberle pasado. Sintió un leve dolor por eso.

—...Lo siento.

Mile guardó silencio por un momento. Las comisuras levantadas de su boca y sus ojos curvados simulaban sonreír, pero en realidad no lo hacían. Fue muy extraño.

—¿Es tu Rut? —preguntó Mile, rompiendo el silencio.

Apo se levantó y volvió la mirada. Al ver las feromonas que llenaban la habitación, no había forma de que no se diera cuenta.

—Así es.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó Mile.

Apo vaciló. Era cierto que originalmente tenía la intención de pasar su Rut con Mile. Mientras se relajaba por un momento, su líbido se arrastró por su espina dorsal. Incluso en ese momento, quería acostarse con Mile y morderle los labios. Pero Apo se abstuvo de nuevo.

—No tienes que forzarte a hacer eso.

—¿A que te refieres con ser forzado?

Mile volvió a acercarse. Esa voz tranquila penetró su corazón. Apo se quedó pensando que decir por un momento. Le tomó mucho tiempo pensar en algo con la cabeza invadida por el calor.

—Yo... dije eso porque pensé que no querrías verme.

Se produjo un silencio estático. Mile agarró los hombros de Apo. Sus hombros desnudos quedaron atrapados en las manos de Mile porque su camisón estaba suelto. Su cuerpo se volvió lentamente. El cuerpo de Apo respondió al estímulo, sin ser plenamente consciente de la situación. Su vientre se tensó.

—Apo.

Sus ojos se encontraron. Apo evitó su mirada. La mano de Mile le sostuvo la barbilla. Lo atrapó en esa posición. Los apetitosos labios de Mile seguían molestándole.

—En realidad... —dijo brevemente. Mile le susurró algo con una voz que no entendió.— No lo entiendo, no.

Apo tampoco podía entender lo que le dijo. La mano que sostenía su barbilla le acarició suavemente la boca. El dedo de Mile le tocó la mejilla.

—¿Por qué me confundes con esa mirada? —después de decir eso, Mile empujó a Apo a la cama.

El cuerpo de Apo reaccionó con escalofríos ante la sensación de ser empujado hacia abajo. Ya era imposible detenerlo. Tenía curiosidad por lo que Mile le estaba tratando de decir, pero no podía permitirse el lujo de pensar en eso.

—Mile... no puedo soportarlo más.

—Entonces, si no quieres, será mejor que te vayas ahora. —Trató de agregar Apo. Pero no pudo.

La mano de Mile bajó por el camisón que apenas lo cubría.

—Apo. —susurró Mile en voz baja— ¿Quieres que me vaya?

Apo negó con la cabeza, mientras torcía los ojos. Entonces, apretó la muñeca de Mile cuando él se presionó contra su cuerpo. Mile sonrió en silencio mientras miraba su muñeca. Cuando finalmente pudo ver la sonrisa que regresó a sus labios, una extraña sensación de satisfacción se extendió por el corazón de Apo.

—Entonces, no te contengas.

Los labios de Mile se superpusieron cuando terminó de hablar. Tan pronto como mordió su carne caliente, la razón de Apo se desvaneció. Entonces, agarró los hombros de Mile con brusquedad. Su cuerpo, que obtuvo a la pareja que deseaba tan desesperadamente, siguió su instinto como si no conociera la moderación.

Tirando de Mile, Apo empujó su lengua con urgencia. Tenía hambre, como una persona hambrienta. Tenía prisa, aunque Mile estaba frente a él. Apo lo besó con entusiasmo, porque pensó que en cualquier momento podría desaparecer. El deseo de confirmar la existencia de Mile, era mayor que el deseo de su cuerpo de obtener una mayor estimulación. Sus lenguas estaban fuertemente enredadas. Su saliva fresca era lo más dulce que había probado en su vida.

Era una maravilla.



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
DTR ||MileApo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora