Séptima Semana 7

269 44 4
                                    

—En lugar de llamar a un intérprete de la Filarmónica, creo que esta vez es mejor llamar a un cantante.

Tanto a Roman Milato como a Satima Rahal les encanta la música de jazz.

Sentados frente a Apo, estaba su hermano, Barcode, y Jonathan, su padre. Estaban tomando té en el patio exterior del jardín de Apo. Barcode les estaba explicando el concepto de su fiesta. Era una fiesta programada para unos días después, dedicada a los inversionistas del proyecto de desarrollo de la cuenca del río Fraser en Vancouver.

Aunque la planificación y la composición era llevada a cabo por profesionales, Jonathan y Apo le dejaron ese trabajo a Barcode, juzgando que sería útil para él establecer un tema o experiencia que liderara el progreso del proyecto al menos una vez. Organizar reuniones sociales memorables, también hacía parte de la cultura.

—Al señor Rahal le gustan especialmente Julie London y Chat Baker.

Jonathan estuvo de acuerdo y asintió levemente, como si estuviera familiarizado con él. Mientras tanto, Apo que sostenía la taza de té, se detuvo.

—Entonces la música de la...

Las voces que escuchaba frente a él, se desvanecieron. Como si de repente lo agarraran por el tobillo y lo arrastraran hacia alguna parte, Apo recordó a Mile acostado en la cama, escuchando la música de Julie London. Con el telón de fondo de una voz profunda y hermosa de mujer, recordó el bello rostro que inclinaba los ojos mientras lo miraba antes de apagar la luz.

Apo levantó la mano por reflejo y se frotó los párpados. Trató de borrar esa imagen en su cabeza, pero no pudo hacerlo. Su corazón latía rápido y un dolor agudo recorría sus venas. Era como si una serie de cristales rotos corrieran por sus vasos sanguíneos.

—...¿Apo?

El sonido que se había desvanecido rápidamente volvió a la normalidad. Apo bajó la mano al escuchar la voz de Barcode llamándolo. Al mismo tiempo, algo le recorrió la mejilla. Sus ojos parpadearon. Luego levantó la cabeza para mirar el cielo por un rato.

—Ahora...

Barcode miró a Apo con una expresión angustiada en su rostro, como si estuviera muy desconcertado. Los ojos grises de su padre Jonathan también lo estaban mirando. Un silencio se esparció por el aire. Parecía que iba a llover. Fue porque las nubes tenían un color similar a los ojos de su padre.

El agua se deslizaba por sus mejillas. En lugar de caer sobre la mesa, sobre sus hombros, o en cualquier otro lugar, la lluvia brotaba del rabillo de sus ojos. El agua que se había acumulado en su membrana mucosa, fluyó silenciosamente una vez más. Sin cambiar su expresión, Apo levantó la mano. Y después de limpiar suavemente la humedad, secó en silencio las puntas de sus dedos. Entonces, desdobló la servilleta sobre la mesa y eliminó los restos de humedad con un gesto moderado.

Luego, notó el par de ojos que lo miraban fijamente.

—Discúlpenme.

Los labios de Jonathan se abrieron y se cerraron de nuevo. Barcode miraba a Apo con un aire de perplejidad. Y como si notara la atmósfera seriamente endurecida, Apo mencionó otro tema secamente.

—En realidad... tengo algo que decirte papá. —En medio de un rígido silencio, Apo llegó a una conclusión que había estado pensando durante días.— Me gustaría deshacerme de esta mansión. Sé que no me pertenece, así que lo haré bajo la premisa de que me lo permitirás.

Apo sostuvo la taza de té, esperando el permiso de su padre. Quizás ya había dejado de llover, porque ya no corrían gotas por sus mejillas. Jonathan miró a Apo con una expresión seria y luego abrió lentamente la boca.

DTR ||MileApo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora