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-Juicio desencadenante-

"Si no estás dispuesto a prenderte fuego por mi, no me amas en lo absoluto"
Patry Queen

Mis pasos eran lentos y tímidos, mientras recorría el inmenso castillo las doncellas me miraron curiosas, yo solo les sonreía cortésmente, me estaban poniendo nerviosa, subí las escaleras con precaución, agarrándome de la barandilla. Los pies me dolían debido a los tacones, llevaba toda la mañana aguantando, no eran de mi talla, pero no quería sonar caprichosa delante de Luca.

Supuse que el dormitorio de Mazikeen era el primero a la derecha, la puerta más amplia, la alfombra negra, no sabía si debía tocar o si tenía que entrar directamente. Tome la primera opción y con mi mano no adolorida toque brevemente la puerta de roble, a los segundos se abrió, dejándome ver a un Mazikeen sin armadura ni camisa, su torso desnudo, me tenté por bajar la mirada a su abdomen marcado otra vez, pero no quería parecer grosera.

—Por lo que veo obedeces cuando te interesa —dijo con voz ronca, sonriendo.

—No-no sabía que ibas a estar así —murmure de inmediato.

—¿Te gusto o algo? —pregunto sosteniendo su sonrisa.

—No se lo tenga tan creído, majestad —murmure cruzando los brazos, el río y negó con la cabeza.

—Pasa, tengo que contarte algo—dice a la par que me ofrece su mano, la acepto dudosa y entro en el cuarto.

Su agarre era firme y fuerte, desconfiada, camine junto a él hacia el balcón, este era inmenso, al igual que su habitación, las flores enredadas decoraban la barandilla, el paisaje era precioso, un tanto distinto, tenía un aura de misterio, como él, se veía la ciudad, también el bosque de los perdidos, los jardines del palacio, y al fondo muy al fondo se veía la tormenta acercándose, las nubes negras acechando la luz y tranquilidad.

Había leído sobre ellas, la Dama del desamor escribe mucho acerca de las tormentas, de la paz mental que le proporciona el caos, es una filosofía muy interesante y terrorífica, ¿Cómo disfrutas del horror?, ¿Cómo te puede dar paz algo así?, recuerdo comentarlo con Angélica, ella opinó que cuando uno está destruido, le alivia el saber que los demás están igual o peor que ellos.

En esa época hablábamos poco, estaba en la universidad, estudiando literatura clásica, tarde diez años para poder adornar mi habitación con un diploma, firmado por mi madre, trabaje en la biblioteca roja de Niko de Dioses, durante varios años, luego empecé con el estudio de investigación de relatos antiguos, sacando teorías y estudios sobre brujería y piedras malditas, gane varias titulaciones en la universidad, pero nunca le asignaron mi nombre, como hicieron anteriormente con otras damas que se especializaban en la medicina o en el estudio democrático, Madre fue la que me negó ese derecho.

Recuerdo la conversación y el sentimiento que tuve, ella afirmaba que yo no podía ser una filósofa importante, que mi nombre significaba realeza, poder, que debía mantenerme en las sombras, según ella dañaba la imagen de la corona, me obligó a retirarme poco antes de mi fallido casamiento.

—Debes firmar un acuerdo —dijo Mazikeen, sacándome de mis pensamientos —, mañana a primera hora iremos a charlar con el consejo real.

—¿Sobre qué es el acuerdo?

—Mañana lo sabrás.

—¿Sobre qué es? —insistí acercándome a él, Mazikeen me miro divertido, alzando una ceja, me empujo contra la barandilla, dejándome acorralada.

—¿Sabes que si te empujo un poco más, caerías a más de veinticinco pies? —pregunto posando sus manos en mi abdomen, esbozo una sonrisa cuando me vio temblar —, ¿sabes que eso sería una muerte muy dolorosa, quieres eso?

Mazikeen #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora