21

186 10 3
                                    

-Laberinto rojo sangre-

"Sentí que me miraba con amor, un amor 

que seguramente me invente yo".


— Mario Benedetti

Mazikeen mantuvo su mirada fija en él, lo miraba con rabia, asco, desprecio, mire a los lados, todos los guardias siguieron a Keo, sin perderlo de vista, mi mirada curiosa lo molesto más a mi marido, quien me desafío acercándose a mí, colocando su mano en mi cuello, sin apretar, solo masajeaba la zona.

—¿Qué hacías con él?

—Vi-vino a conversar conmigo—baje la vista, asustada.

—¿Sobre qué?—cuestionó acariciando la piel de mi cuello.

—Na-nada relevante.

Su agarre fue más firme, me acercó aún más a él, mi mirada continuaba en nuestros pies, no podía mirarle a la cara el miedo, la vergüenza, el pánico, no sabía qué decirle, ni cómo actuar.

—Querida, te irá mejor si empiezas a hablar —susurró en tono desafiante—¿De qué habéis conversado?

—No-no te enfades, solo me estaba proponiendo algo, creo—dije con confusión.

Ciertamente, no entendía a la perfección si se me estaba insinuando o solo estaba hablando conmigo.

—¿Qué te estaba proponiendo?

—No-no estoy segura, creo que quería que volviéramos a mantener contacto.

—¿Se te estaba insinuando?

Asentí mordiéndome la lengua, tratando de tranquilizarme, estaba demasiado nerviosa, estaba temblando, los pensamientos fugaces volaban por mi cabeza, los hilos negros conectaban entre si, creando tentativas uniones.

—Pero no importa—dije, restando importancia—, solo es...

—Claro que importa, ese niñato no va a volver a acercarse a ti—dijo él en tono frío.

—No es tu problema —escupí tratando de herirle, pero él solo se mantuvo mirándome fijamente.

—Eres mi esposa, claro que es mi problema que otros hombres se te acerquen.

—Me has rechazado durante toda la ceremonia—le reproché desafiando con la mirada—. Keo solo estaba tratando de que no me sintiera tan sola.

Le había mentido descaradamente, pero era necesario, necesitaba sacar su lado sentimental, su lado racional, aunque cada día me quedaba más claro que todo era una mentira, una constante. La rabia se apoderó de mí, estaba cansada.

—Pajarito, yo jamás te rechazaría—su mano volvió a acariciar mi cuello, su rostro se acercó al mío y trató de besarme, lo aparté antes de que eso sucediera.

—Deja de mentirme—le supliqué colocando mi mano en su pecho, frenándolo—, tú no sientes nada por mí.

Y aunque me hubiera demostrado lo contrario en momentos concretos, su actitud me partía el corazón, su desinterés, su frialdad, su asco hacia mí, no podía aguantarlo más, lo tenía retenido desde hacía semanas, antes y después de la boda, su comportamiento era el mismo, solo que ahora copulábamos cada noche.

Mi rabia aumentó cuando ignoró mi comentario y trató de volver a unir nuestros labios, lo aparté con más fuerza todavía, aguanté las ganas de llorar. Esto era horrible, me rasqué con fuerza los brazos, su mirada de confusión me dolía aún más, no me entendía, él no me entendía, nadie lo hacía.

Mazikeen #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora