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-Vela humana-

"Dime que soy tuya, con tú mano en mí garganta"

La sangre caía por su cuerpo musculoso, formando grandes charcos en el suelo, el señor aguantaba, la mitad de su cuerpo estaba siendo decorada por cortes, profundos y grandes cortes, aun así no había soltado palabra, mis guardias lo mantenían despierto a base de golpes. Selene estaba preparando un hechizo de la verdad, una ilusión de sus mayores pesadillas, a ver si cantaba un poquito.

Varias horas así, torturándole, destrozándolo, hechizándole, una pérdida de tiempo, era de la orden oculta, esos hombres eran preparados para estas situaciones, daba igual lo que hiciéramos, no diría nada. Obstinado me giré hacia Selene, quien miraba con repudio al señor encadenado.

-No va a hablar

-¿Entonces, qué hacemos?

-Quémalo vivo- ordené terminando mi copa-, al menos, disfrutemos de esto.

Ella asintió y agarró la botella de ron, abrió el tapón con tranquilidad, paseando con lentitud alrededor de nuestro prisionero. Comenzó a verter el ron sobre la cabeza del capitán, creando un camino hasta el suelo, recorriendo sus clavículas, Selene retorció uno de sus pezones, disfrutando de sus quejidos, rocío más líquido por su abdomen y espalda, hasta sus partes íntimas, que empapo con sumo placer, tras eso rompió la botella contra sus pies, provocando leves quejidos al comandante, con una sonrisa agarró la vela del candelabro y la coloco en sus pies, acercando la llama a la zona mojada, Leviathan se retorció aterrado, reí ante su expresión.

La llama se puso en contacto con el alcohol y en cuestión de segundos el cuerpo ardiendo adornaba las mazmorras, los gritos desesperados y las súplicas bendecían mis oídos. Me aproxime un poco a la vela humana, agarre otra botella y arroje un poco más de ron en su cara, provocando que toda su cabeza ardiera aún más, las carcajadas de mis guardias acompañaron el ambiente.

Era una fiesta preciosa, el olor a carne quemada es gratificante, maravilloso, todos comenzamos a reírnos cuando sus huesos a medio calcinar caían sobre el suelo, los sollozos de los demás prisioneros solo mejoraron la situación, me acerque a Digory, quien miraba con incomodidad la escena.

-Conversa con el mayor portavoz de Niko de Dioses, oblígalo a compartir el mensaje de que mi mujer jamás va a caer en los engaños de la ramera de su hermana... limpia el nombre de tu dama-murmuré en tono serio, mirándole con advertencia-, recuerda que tú también puedes acabar así-añadí señalando las cenizas del suelo.

-Sí, su majestad.

Los guardias se comenzaron a marchar tras eso, mientras tanto Selene se servía más vino, todo el día bebiendo, sin parar, a veces dudaba si preguntarle el porqué, pero sé que se pondría a contarme una gran historia y a explicarme como le arruine la vida, por ello simplemente la observo en silencio.

-Tenemos que hablar con Erin lo antes posible-murmuró ella, rompiendo el bonito silencio-, esa fulana que tiene por hija solo causa contratiempos.

-Lo sé, mañana mismo quedaré con ella.

-¿Mañana?-preguntó indignada, a lo que asentí, molesto-, demasiado tarde, esa loca podría quemar palacio antes, le enviaras una carta antes del mediodía.

-No me des órdenes-escupí dándole la espalda.

-Cálmate, recuerda por quién estás, dónde estás.

Cogí una bocanada de aire, el aura tenso había vuelto a atormentar el ambiente de nuestras conversaciones, hacía ya varios meses en los que era imposible hablar sin acabar así, picándonos por poder, discutiendo sobre sentimientos, sobre estrategias para que esto saliera, destrozando una relación que durante siglos había sido agradable.

Mazikeen #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora