25

182 11 12
                                    

-Capricho-

" Usted tiene la brujería en sus labios. "
—Shakespeare

Con suma lentitud abrí mis piernas, una lentitud desesperante, pues Mazk me agarró las rodillas y las terminó de separar, mi coño ya estaba palpitando. Con sus grandes manos arrugaba la tela de mi vestido, levantándola, dejando libre visión de mis bragas blancas.

A diferencia de otras damas, yo me negaba a usar un corsé, eran demasiado incómodos y se notaban falsos desde lejos. Prefería que la gente viera la forma de mi cuerpo tal y como era. No me gustaba el engaño, ese interno en vano de ocultar la figura no me agradaba.

Tampoco era que adoraba mi cuerpo, era, según varias tías mías, una chica delgada con bonita cintura, yo no lo veía tan así, no siempre estaba tan delgada, ahora sí, parecía esquelética, pero eso se debía más a mis propios problemas alimenticios, que se basaban en que me negaba a comer debido al dolor interior que sentía, no tenía nada que ver con la percepción de mi físico.

Sus dedos rozaron el elástico de mi ropa interior y mis piernas, por impulso, comenzaron a moverse, buscando darle más espacio. Mis hormonas le suplicaban que fuera más rápido, su toque y su aura, nublaban el dolor físico tan horrible; aun así, el fuerte dolor en mis manos seguía presente y quemaba.

Sus dedos al fin apartaron la tela y tuvieron acceso directo a mi coño. Mazk tanteó la zona, moviendo las yemas de sus dedos entre mis labios, causándome palpitaciones en el clítoris. Algunos gemidos querían escaparse de mi garganta. Con vergüenza busqué mirar al techo o solo cerrar los ojos, pero un fuerte pellizco en mi clítoris, me hizo cambiar de idea.

—No quiero que apartes tus ojos de los míos, pajarito—sus dedos comenzaron a introducirse dentro de mí—. Si apartas la mirada, estaré toda la noche tanteando con tu orgasmo. ¿Esta claro querida?

Un rápido asentimiento, por mi parte, le sacó una sonrisa maliciosa y burlona, pues comenzó a meter, de manera frenética, sus dedos en mi ya mojado coño, adentrándome en un bucle vicioso, que sin yo quererlo, comence a mover mis caderas, en busca de un mayor contacto.

Con su mano abrió más mis labios y a la vez comenzó a arrodillarse. Por inercia traté de cerrar las piernas, y un fuerte y doloroso azote vino como respuesta. La falda del vestido fue destruida en el momento en que comenzó a estorbar, quedando la mitad del vestido destrozado. La tela negra caía por el suelo, al igual que mis bragas.

Su boca se acercó peligrosamente a mi vagina, mis palpitaciones y temblores eran constantes, mi temperatura temporal había dejado de ser fría y baja, había cambiado drásticamente a una hipertermia constante, sin añadir el obvio endurecimiento de mis pezones, que parecían querer reclamar atención.

Su lengua se posó en mi clítoris, a la vez que sus dedos, ahora cuatro, se movían en un vaivén espectacular, como estaba tumbada, y mis piernas estaban rodeando su cabeza, dejando estás más arriba que el resto de mi cuerpo, él no se podía perder detalle de mi reacción, cuando rozaba sus dientes con mi clítoris, soltaba pequeños gritos de placer, que le dilataban aún más las pupilas.

Los minutos pasaban y el nudo en mi estómago ya me advertía el potente orgasmo que se aproximaba; era fuerte, intenso y largo. Mazk se encargó de jugar con mis sentidos, como hacía siempre, y estuvo dejándome en el limbo del orgasmo durante varios minutos, varios largos y tortuosos minutos.

Mis gemidos inundaban la habitación, llegó un momento en que su áspera y larga lengua se introdujo dentro de mí, descubriéndome un nuevo y maravilloso placer. Mi trasero era pellizcado, nalgueado y mordido de constante. En un principio traté de reprimir mi continuo gimoteo, por miedo a que mi débil garganta saliera lastimada.

Mazikeen #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora