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-Dulce bruja virgen-

"Somos adictos a lo que nos destruye"

-Fiódor Dostoyevsky

Era casi media noche, hacía frío, mucho frío, la lluvia había cesado, estábamos fuera, recorriendo los jardines, la mano de Mazikeen reposaba en mi cintura, mis manos temblaron ante su roce, me estaba enseñando las fuentes, el lago, la decoración de los jardines, escuche atenta sus breves comentarios, su cuerpo estaba demasiado cerca del mío, mi pulso estaba disparado y mis ojos se posaron en sus grandes brazos, con montones de escarificaciones.

Después de recorrer todos los alrededores, Mazikeen me llevó hasta una estructura de cuarzo, semiabierta, con montones de enredaderas entre los pilares, al fondo visualicé un piano, blanco, delicado, trate de no sonreír, fue en vano, pues fui corriendo a sentarme en el taburete, no podía contener los nervios, pasé mis dedos sobre el panel, mis yemas se llenaron de polvo.

Mire a Mazikeen, quien después de unos segundos mirándome serio, asintió, levante el panel que dejó libre el teclado, cogí una bocanada de aire y empecé a tocar las teclas con entusiasmo, Mazk posó su mirada en mis manos, fingí que no lo note y continúe dejándome llevar, me había equivocado varias veces, no podía estar concentrada con su mirada fija en mí.

-¿Cuándo aprendiste a tocar? -dijo él, acercándose a mí.

-De pequeña, muy pequeña - balbuceé, su cuerpo estaba muy pegado al mío.

-¿Y te gusta?

-Sí-sí, bueno -Coloco su mano en mi nuca, masajeando mi cuello.

-Siéntate sobre el teclado -ordenó, gire la cabeza plasmada, ¿había dicho eso de verdad? -, ahora.

Me levanté con preocupación, mire al suelo, a mis pies, a cualquier cosa menos él, sus manos se dirigieron hacia mis caderas, atrayéndome a él, bajo sus dedos, hasta mi trasero, levantándome, me dejo caer sobre el piano, el sonido de las teclas me causo molestia. Me obligué a levantar la cabeza, topándome con una mirada llena de tensión, de deseo, de ¿nervios?

Su boca rozó mi mandíbula, empezó a depositar besos en mi cuello, mi pulso se disparó, no sabía qué hacer, coloque mis manos en su pecho, agarre su camisa con fuerza, acercándolo más, mis piernas temblaron cuando las separó, su cuerpo se alineó con el mío, mi cuello era succionado, mordido, besado, maltratado, envolví su cintura con mis piernas, contuve mis gemidos. Se separó un poco, se quedó mirándome, sus pupilas estaban dilatadas, su cuello tenso, el pelo revuelto, era demasiado atractivo, pensé.

-¿No eres pura, verdad? -pregunto aun sujetándome, su boca estaba cerca, muy cerca de la mía, nuestras respiraciones aceleradas era lo único que se escuchaba, nuestras narices casi chocaron cuando negué con la cabeza.

El corazón se iba a salir de mi pecho, su mano aprisionó mi cuello, apretando, mis uñas se clavaron con fuerza en su brazo, me atrajo a él, entonces nuestros labios se unieron en un beso, uno potente, desesperado, lleno de deseo, Mazikeen agilizó su agarre, nuestras lenguas jugaron, él mordió mi labio inferior con fuerza, solté un gemido, él esbozó una sonrisa sobre mis labios.

Sus manos se colaron por mi vestido, tocando mis muslos, el aire comenzó a faltarme cuando se acercó a mi entrepierna, toco mis bragas por encima, acariciando mi pelvis con cuidado, atento a mi mirada avergonzada, subió su mano por mi abdomen, la tela del vestido se fue arrugando, dejando al descubierto mis piernas, él se percató de la ausencia de sujetador y alzó las cejas en respuesta, las yemas de sus dedos trazaron líneas cerca de mi pezón izquierdo, mientras con la otra mano, acariciaba mi muslo.

Mazikeen #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora