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-Inundacion de falsedad-

"Lo nuestro era algo que solo los dos entendiamos"

La lluvia continuaba, los gritos de los plebeyos me atormentaban, había inundaciones, los rayos dañan la infraestructura, el barro se almacenaba en las calles, los animales se escondían en las viviendas de los más desfavorecidos, veíamos el panorama desde La casa bendita, una zona exclusiva para la burguesía, donde servían buen vino, también tocaban melodías clásicas algunos músicos novedosos, Selene se encontraba sentada, delante de mí, bebiendo de su copa.

Habíamos quedado para conversar antes de que Mazikeen volviera, este llegaría, según sus cartas, mañana unos minutos después del amanecer, todavía no me ha dicho que tertulias tenía en condado Cementerio, no quería ser molesta y atosigarle de preguntas, pues tal vez no quería contármelo, aun así seguía teniendo dudas, no podía preguntarle a ninguno de sus consejeros, tampoco a Irvenne, todos se lo iban a decir, también era probable que cuchicheaban sobre ello, entonces no me apetecía causar esa mala impresión.

Selene llevaba un vestido, negro, largo, amplio, con varias capas, precioso, tenía volantes en la muñeca, detalles a mano en hilo dorado, le quedaba precioso. Su mirada se posó en las cicatrices de mis dedos, que ya curadas eran notorias, las espinas de aquellas rosas estarían en mis dedos de por vida.

-¿Qué ha ocurrido?-preguntó ella, curiosa.

-Es complicado-respondí tímida, buscando mis guantes azules, a juego con el vestido, era estilo clásico, por ello las mangas combinaban a la perfección con los guantes de terciopelo que ahora recubrían mis delicados dedos.

-Te lo hizo él, entonces-murmuró tras dejar su copa vacía en la mesa que nos separaba-, deberías tener más cuidado, es un hombre sin paciencia y tú pareces tener una habilidad para sacarlo de quicio.

-Él juega con mis emociones-confieso bebiendo un poco de mi copa.

-Él juega con el reino-afirma Selene-, todavía sigues viva, eso es bueno.

-¿Le importo?

-No-contestó de forma burlesca-, necesita algo de ti, cuando lo tenga, olvídate.

Sin florituras ni mentiras, pura verdad, escupida en seco, aparte la mirada, me coloque bien el guante y bebí de mi copa, me lo imaginaba, era normal, todos se casan por conveniencias, pero no entendía esta, me terminé la copa, y pensativa le pregunté:

-¿Qué necesita el de mí?

-Yo no soy quién para especular sobre los intereses del rey.

-Por supuesto, un placer-dije en un suspiro, deje la copa en el suelo y me levanté del sillón, dispuesta a alejarme de Selene.

-Quieta, damita-contestó la nombrada-, siéntate, que debo hablar contigo.

Me mordí la lengua para no maldecir, no necesitaba hablar más con ella, esta conversación solo provoca que me pusiera histérica, Selene era ese tipo de mujer que te preguntaba cosas que no sabias como responder, pero aun así tenía esa necesidad de contarle, era una maestra de la manipulación.

-¿Qué sucede?

-Nada de lo que debas preocuparte-dijo manteniendo esa expresión sería que tanto la caracterizaba-. Pero veo conveniente que conozcas que tu hermana Lituan se habla por cartas con tu prometido.

-¿Disculpe?-pregunte dudosa, me rasque el puente de la nariz tratando de calmarme.

-Como escuchas, les he firmado yo las cartas-murmuro mirando con indiferencia-, llevaran semanas escribiéndose-tomo una bocanada de aire-. Aunque, para tu tranquilidad, Mazk ha rechazado todas sus propuestas.

Mazikeen #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora