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-Temeroso baile-

"Con el demonio adecuado, cualquier infierno es perrfecto"

Era el baile, el esperado baile, planche las arrugas de mi vestido, nerviosa, la mano de mi marido, decirlo así me aterra, pero sí, su mano estaba en mi cintura, él estaba calmado, casi aliviado, fruncí el ceño al pensarlo. Durante la ceremonia había estado tenso, bastante, sus dientes chocaban unos con otros, su mandíbula marcada, pero en cuanto me beso, la tranquilidad voló sobre él, me había abrazado, acariciado, incluso había preguntado si quería tomar algo, no estaba ebrio, tampoco contento, era extraño, un mal presentimiento se apoderó en mi cuerpo.

Una melodía calmada, elegante, clásica, creo un aura tensa, pues ninguno de los dos comenzó a bailar, no sabía si debía esperarle o invitarle, ¿podía acaso hacer eso?, mire preocupada a Mazk, quien simplemente me arrastro al centro de la pista, los invitados marcaban el ritmo con breves pisadas, mire a mis pies, nerviosa, sin atreverme a comenzar un absurdo baile, el cual solo acarreaba que muchas personas me juzgara, aún más. Coloque torpemente mis manos en el cuello de mi esposo, continúe mirando mis tacones, no podía levantar la cabeza y encontrarme de nuevo con su posesiva mirada, no hizo falta, pues su mano se situó en mi trasero, apretando sin disimulo, captando la atención de todos.

—¿Que diablos haces?—pregunte avergonzada mientras continuaba con el baile.

—Provocar que dejes de rechazarme—respondió con tono desafiante.

No me dio tiempo a responder, continuamos bailando, marcando ele ritmo con nuestros pies, su mano subió hacia mi espalda baja, para tener mayor movilidad y hacerme dar vueltas cuando la melodía lo requería, el olor a cenizas estaba presente, era insoportable, me produce mareo, era repugnante, siempre el mismo aroma, aburrida me acerque un poco más de lo necesario al pecho de Mazk, impregnando mis fosas nasales con su característico olor, este si me gustaba.

—Jamás te rechazaría— susurré tentándome a depositarle un beso en su cuello.

—Más te vale.

...

El baile finalizó, los aplausos fingidos acabaron, la calma se acercaba. Ilusa fui al pensar eso, pues los ojos de la multitud se volvieron a posar en mí, impacientes, fruncí el ceño, ¿que sucedía?, mire a Mazk, confusa, no comprendía que estaba por pasar.

—¿Qué ocurre?—pregunte nerviosa.

—Debes de batirte en duelo.

Dijo mientras me arrastraba a los jardines, donde los invitados ya se habían trasladado, dudosa trate de pararlo, de resistirme, no me había explicado nada, había un círculo grande ardiendo, de donde salía un humo blanco, el olor a veneno estaba presente en todo el recinto, los invitados comenzaron a rodearme, empujándome dentro del círculo, mire a todos lados sin terminar de entender lo que pasaba.

—¿Perdón?

—Tienes que batirte contra la otra candidata, es tradición—respondió con indiferencia

Selene apareció por delante, entregándome una catana, preciosa, por el símbolo del mango, diría que viene de Niko de Dioses, los diamantes rodeando el filo, el mango, grande, robusto, el arma era pesada, caótica, moví la cabeza en señal de negación, no podía pelear.

"Estaba castigada, hacía calor, mucho calor, los ojos me pesaban, la cabeza me retumbaba, a mi lado, Lituan, en la misma situación que yo, agotada, esa era nuestra penitencia por tratar de escaparnos, llevábamos un par de horas encerradas, no habíamos probado alimento, Madre estaba enfadada y hasta que no nos disculpáramos no nos iba a sacar, y éramos mujeres de orgullo, de ese hoyo no íbamos a salir jamás, pensaba.

Mazikeen #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora