Perdición [+21]

🍃15

Isabella

La neblina se hace cada vez más espesa, dándole ese toque escalofriante a la oscura noche. La brisa fría se asoma en el cristal del balcón mientras observo mi reflejo en el espejo.

El vestido me queda más ajustado que ayer, y fue Justo ayer cuando Gabriel me lo regalo.

¿Que tanto pude haber engordado en solo un par de horas?

Respiro hondo y contraigo el abdomen, la seda resalta en mi piel y agradezco el escote pronunciado en mis pechos y espalda por dejarme respirar libremente pese a lo ajustado que está.

Peino la coleta en la que sujete mis mechones ondulados sin dejar un solo mechón fuera.

La puerta de mis aposentos se abre dándole paso al hombre que triplica mi estatura, en el traje negro perfectamente estilizado.

—-Señora Hochadel.

—Me pone nerviosa cada vez que me llaman de ese modo.

Besa mi cuello posándose detrás de mi, desliza su mano por mi abdomen.—-Luces exquisita.

El labial rojo matizado   en mis labios disimula lo sonrojada que estoy, poso mis manos sobre las suyas y doy media vuelta.

—Supongo que en ese lugar estarán todos tus socios, en especial...

—-Nadie qué importe más que nosotros.

Es su respuesta dejando en claro lo que he venido dándole vueltas toda la mañana y el resto del día.

•••

No paro de mirar como tonta las luces que adornan la ciudad por el cristal hasta que Anubis detiene el auto en un...

—-¿Que es este lugar?.—Pregunto al hombre que yace con su móvil a mi lado mientras acaricia mi mano.

—-Uno de mis hoteles en la ciudad.

Anubis estaciona el auto en las afueras del gran hotel, Gabriel sale del auto y lo rodea para abrir la puerta y darme paso.

Mis tacones  tocan las aceras humedecidas por la neblina, más personas se dan paso al lugar mientras que yo camino del brazo de mi acompañante.

De repente un flash se dispara en mi rostro dándole paso a la oleada de paparazzis que nos invaden y los hombres de Gabriel deben tomar acción para alejarlos.

—-Por que está aquí la prensa?

Pregunto inocentemente mientras entramos al living del hotel.

——Acaso no es evidente.—La voz escandalosa y elegante de Eva acapara mis oídos cuando se posa enfrente de Gabriel y se empina para darle un beso en la mejilla.—-El magnate empresarial más importante de Alemania y Turquía está de cumpleaños, es lógico que todos quieran saber sobre el evento del año.

Me quedo inerte en mi puesto, mi mano se desliza del agarre de Gabriel, lo miro sin saber o entender nada...

—-¿Es tu cumpleaños?

Intento no hablar en voz alta dado que más personas están presentes, no obtengo respuesta cuando su padre y mi abuela aparecen en  el lugar seguidos de algunos socios.

La tristeza me invade me hubiese gustado que me lo dijera antes pero supongo que no es algo tan importante para el, el simple  hecho de compartir este día conmigo.

—-Estas hermosa, cómo está mi biznieto o biznieta.

—Haciéndome sentir cada día más gorda.

—-Es normal en tu estado.

Mi abuela me toma del brazo y caminamos hasta el centro del lugar en donde hay barias mesas y en el centro una orquesta frente a la pista de baile.

No sé si Halloween ha regresado o si se adelantó pero la decoración es gótica, las cortinas negras cubren el vidrio rojo que de las ventanas,   El tapiz es rojo como casi todo en el lugar, no hay lámparas eléctricas si no enormes candelabros con velas derretidas y otras por mitad.

—-Tengo la sospecha de que los Hochadel pertenecen a una secta vampírica.—Susurro a mi abuela mientras caminamos en medio de las personas saludando a uno que otro, hasta la gran mesa familiar.

—-Me recuerdas a mi cuando llegue aquí, también pensé lo mismo pero es la idea más tonta, no es una secta vampírica, no es lo gótico o macabro, es la Alerca querida nieta.

Tomamos asiento una al lado de la otra, mi vista se posa en las personas que me miran de reojo, otras miran el anillo que traigo en mi dedo una vez que poso mis manos en la mesa.

Me detengo a mirar al hombre y a la mujer que descomponen mi estado de ánimo.

—-Deberías de ponerle un alto a Eva, ¡vamos! Se esta follando a tu marido con la mirada y no disimula.

Las palabras de mi abuela quien toma un martini dando largos sorbos, me enerva, me siento tonta.

—-Tengo que ir al tocador.—Espeto algo agitada y con la presión a mil.

—No tardes la cena está apunto de ser servida.

Me pongo de pie, un mesero me indica el lugar y camino obviando todo a mi alrededor. Entro al tocador, me miro en el espejo y mojo mis manos con agua del grifo.

Tomo la pequeña bolsa de mano, retocó el labial rojo en mis labios cuando siento la presencia de alguien  invadir el lugar.

——Así que estás embarazada, lo conseguiste, un puesto en la familia más importante y darle nietos Uriel, buena jugada...

—-Necesitas algo Eva?.—la confronto

—-Que desaparezcas de la vida de Gabriel...

—-Deja de tutearme Eva , no somos iguales...

—-Por supuesto que no lo somos.—Responde airosa.—Yo si soy una mujer de verdad, fui la primera amante de Gabriel, la única a la que jamás olvida, soy su socia en los negocios y en la cama...

Alzo mi mano, mostrándole el anillo que traigo en medio de mis dedos y que reluce desde lejos.

—-Y yo soy su esposa, la madre de los bebés que heredarán todo este imperio, soy la señora Hochadel y te ordeno que me trates como tal.—Doy dos pasos hasta ella cortando el espacio entre las dos.—-No sabes de lo que soy capaz, no te imaginas lo que puede llegar hacer una persona con un gen asesino emanando por sus venas desde el momento de su gestación. Pero más aún no te imaginas lo que puede llegar hacer un Sherwood cuando alguien se mete en su camino.

La tensión entre ambas se apodera del lugar, siento la adrenalina correr por todo mi cuerpo, como una chispa que me he encargado de apagar todos estos años.

Pero ahora se enciende de una manera feroz.

Siento su ira y cómo está apunto de darme una cachetada, pero...

—-Que ni sete ocurra!

Mi abuela atrapa la mano de Eva metiéndose en medio de las dos...

—-Sal de aquí Isabella, yo me encargo...

Dudosa, acato lo que pide mi abuela y salgo del tocador intentando mantener la compostura, paso por en medio de las personas hasta que alguien toma mi mano entrelazándolas con la suya..

—-Sucede algo Isabella.

—- No me siento cómoda, quiero irme ahora.