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Gabriel

El dolor de cabeza taladra el lado derecho de mi cabeza, la impaciencia no es mi mejor carta a la hora de jugar un juego siniestro que conduce a la perdición.

—-La señora Isabella acaba de aterrizar en la base militar en Estados Unidos, está con sus padres.

Anubis me dice lo que hace horas quería escuchar, fue inevitable retenerla aquí cuando se entero del ataque a su familia.

—-Anubis, cuídala con tu vida.

Cuelgo el móvil y me concentro en mi panorama cuando mi helicóptero privado aterriza en tierras turcas.

Con mis escoltas me tomo el palacio Hochadel y bajamos a los sótanos subterráneos en donde la artillería pesada de los Hochadel se hace presente.

Mis hombres toman sus armas y el que Anubis sea quien elabore cada proyectil es una ventaja para la Alerca, no necesitamos de otras mafias para subsistir, eso nos hace únicos y poderosos. Superando la mafia italiana, coreana y árabes e iraquíes.

Mis hombres se equipan con lo necesario y doy órdenes estrictas en el palacio resguardando la seguridad de este y el palacio Hochadel en Alemania.

Algunos miembros de la Alerca que pertenecientes a Estambul me ponen al tanto de la situación y no hace falta decirles qué hacer por qué saben cómo procedemos, solo esperan las confirmaciones y aprobaciones que doy.

—-Suudi Arabistan'ı alacağız, yolumuza çıkan herkes ölü bir adam, sadece günahkarların bedelini ödemek zorunda olsalar bile.

<<(Nos tomaremos a Arabia Saudita, todo el que se entrometa en nuestro camino es hombre muerto, aunque tengan que pagar los justos por pecadores. )>>

Mis órdenes son claras y todos la captan sin refutar cómo debe de ser.

—-Rey Valak, tenemos lo que ha pedido.

Una de las cazadoras de la Alerca me da la información que he ordenado desde hace unas semanas y confirma las sospechas que he tenido desde que el mejor amigo de mi padre me contacto.

Salimos de la reunión y junto a los guardias de la Alerca, la cazadora y mis hombres de confianza abordamos los helicópteros hasta el oriente en los límites de la frontera con Azerbaiyán lo que nos da mejor acceso a Irak y luego de un día y medio tocamos tierras iraquíes.

Llegamos  directamente a Bagdad uno de los miembros de la Alerca en dicho lugar nos da pase libre para tomarnos las zonas más corruptas y vulgares de la capital de Irak.

Para la Alerca no existe un "no" mucho menos hay puertas cerradas para su jefe, por lo que llegó a mi destino sin problemas con la cazadora a un lado de mi costado y mis hombres resguardando la seguridad.

Nos sumergimos en las fosas controladas por la mafia arábica, a mis hombres no les cuesta nada tomarse las fosas de esclavos que pelean por sus vidas para sobrevivir, la cazadora aniquila a todo el que se me atraviesa y a todo aquel que se atreva a mirarme a los ojos ella hace que estos revienten. Nadie puede mirar al rey Valak a los ojos, esa es una ley inquebrantable para la Alerca.

—-Por aquí señor.

Me indica la cazadora y llegamos al la lona de combate, donde las cabezas ruedan, los intestinos de los cadáveres lucen putrefactos y la sangre corre como agua en manantial.

Mi vista se posa en el hombre que hace estremecer los huesos de su víctima al sacar las costillas de la carne y esparcir los órganos internos de su víctima.

Está en una jaula gigantesca, como un animal atrapado y encadenado.

Su pecho sube y baja, sus cabellos cubren su rostro pero no la mirada que conecta con la mía y me acapara en su campo de visión.

—-Este lugar es ahora de la Alerca, por lo tanto sus esclavos también..—La voz de la cazadora se escucha por cada parte el lugar a través de un megáfono y mis hombres me indican que el lugar es nuestro.

Me acercó más a la jaula en donde yacen los cadáveres y la bestia enjaulada con nombre y apellido.

—¿Que haces tú aquí?

—-No lo acabas de escuchar, me he tomado este lugar y todo lo qué hay me pertenece..—Expongo en tanto mis hombres no se apartan de mi pero los detengo ya que el hombre que tengo en frente a través de las rejas me mira a los ojos sin temor a mi y eso es una falta que dejo pasar por alto.

——Yo no soy esclavo de nadie...

—-Y eso es lo que te ha mantenido vivo, tu padre quiere verte y mi pago por encontrarte es que trabajemos juntos.

Uno de mis hombres rompe de un disparo el candado que resguarda la jaula en la que está metido como un animal en exhibición. La cazadora rompe las largas cadenas que están sujetas a sus tobillos.

Mis hombres le apuntan en tanto el sale de la jaula para ponerse a la par, me iguala al tamaño por lo qué quedamos frente a frente.

—-Gabriel Hochadel.—Musita mi nombre con un firme acento ruso.—Creí que nunca volvería a verte.

—-Aarón Tanocov Hackman, bienvenido al mundo otra vez.

Perdición [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora