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Hera

—-Irina baja! La cena está lista.—Acomodo los platos en la mesa, Aarón toma asiento e Irina baja las escaleras y se sienta a mi lado.

La comida es exquisita junto a Aarón preparamos un lomo de cerdo exquisito.

—-Como nos quedó Irina?

Pregunto a la dulce niña a mi lado y poso mi vista en el plato.

—Se ve delicioso lastima que no podamos saborearlo.

La vos de Irina cambia a una voz dulce y tierna a una carrasposa y perturbadora.

—Porque?

Preguntó posando mi vista en ella y mi corazón se impacta cuando noto el rostro desfigurado de la niña...

—Por que tú nos mataste.






La sudoración es fuerte, siento cada gota de sudor calarse por mi piel, tengo sed y no específicamente de agua, las alucinaciones acaban con mi estabilidad y no aguanto más.

Un zumbido se toma mis oídos, el ruido es muy fuerte e impaciente, noto el vaso de cristal en la mesa aún lado de la cama, me pongo de pie, me tambaleo y me arrastro hasta donde está el vaso.

Me duele el abdomen pero no me importa, rompo el vaso haciendo que los vidrios caigan al suelo. Tomo un vidrio en mis manos y lo poso en mis muñecas cortando profundamente.

Suelto el vidrio y saco la intravenosa de mis venas, me siento en el suelo y dejo caer mi cabeza a orillas de la cama.

La sangre corre por mis brazos y el ardor me trae a la realidad, mi mente me traiciona cuando recuerdos bagos de aquel hombre profanando mi cuerpo llegan a mi.

Alguien habré la puerta y es mi padre quien se posa en frente de mi pero no escucho lo que dice, estoy en el limbo, mi vista se empaña y el ardor cesa.






•••

Una semana después

Islas virgenes

En una silla de ruedas me escoltan cuatro personas de las cuales solo conozco a mi tío Marcus, me llevan hasta un especie de cuarto en el que las paredes son acolchadas y no puedo mover mi cuerpo por la camisa de fuerza que me impide moverme.


Me llevan hasta el lugar, sueltan mis piernas y camino dentro del cuarto, me siento en una esquina detallando las estrellas por el pequeño hueco en la habitación.


—-Aquí estarás segura Hera, lamento tener que utilizar estos métodos pero no puedo permitir que intentes contra tu vida... no después de las tres veces que lo has intentado en una semana.

—-Tío Marcus, me quieres?

—-Si... eres como una hija para mi.

—-Entonces llévame con ellos, me están esperando, solo debes tomar tu arma y dispararme...

—-No sabes lo que dices, mañana proseguiremos con la desintoxicación de tu cuerpo, sé que puedes Hera, confía en ti.



Las puertas metálicas se cierran, me pongo de pie y recuesto mi cuerpo en las sábanas blancas.

La taquicardia amenaza con hacer que mi corazón explote, hundo mi cabeza en la almohada para contener los gritos que carraspean mi garganta.



•••

No sé cuántas horas han pasado, mis párpados pesan mientras me acostumbro a la claridad.

Tengo mucha sed, siento que todo mi cuerpo pica y quiero rascarme pero la camisa de fuerza que traigo puesta impide que pueda mover mis brazos.

Las puertas de metal se abren y el perfume inigualable de mi madre se toma toda la habitación.

—-Hija, mi niña.—Camina hasta mi, estoy sentada a orillas de la cama y ella posa sus manos en mi rostro y se inclina para mirar mis ojos.

—-Mamá, diles que me suelten, las voces no me dejan en paz...

Ella me abraza quisiera hacer lo mismo pero no puedo.

——Si no pones de tu parte el tratamiento no funcionará, sé que estás ahí Hera, lucha por salir no permitas que esto se apodere de ti.

Besa mis mejillas, y peina mis cabellos como cuando yo era una niña, dos hombres vestidos de blanco traen una silla de ruedas, mi madre me ayuda a ponerme de pie y tomo asiento en la cilla.

Es mi madre quien me arrastra en la silla hasta el cuarto azul en donde mi tío Marcus tiene varios aparatos y tubos que conectan en mi cuerpo.

Me quitan la camisa de fuerza pero supongo que no confían en mi ya qué hay más de seis personas en el lugar, como si eso fuese impedimento para acabar con todos y escapar.

Pero no lo hago, en el fondo quiero ser yo otra ves pero los recuerdos me atormentan y las voces me aturden.

Me recuestan en la cama, conectan los aparatos en mi cuerpo, realizan pruebas y al encender los aparatos siento como las agujas traspasan mi piel...


——Mamá!!

Mi madre toma mi mano, y los chorros de lagrimas mojan mi rostro...

—-Debemos limpiar tu cuerpo de todo eso que te suministraron.

Cada parte de mí duele, siento mi cuerpo anestesiado me cargan en brazos para llevarme hasta la habitación con paredes acolchadas.

—-No te pondrán la camisa de fuerza, convencí a Marcus de no hacerlo pero debes prometer no intentar con tu vida Hera.

—-Lo prometo

—-Me iré en unas semanas, estaré aquí hasta que el proceso de desintoxicación culmine.

Una enfermera entra a la habitación con una bandeja de medicamentos y comida.

Mi madre me da a tomar lo que parece ser un jarabe con sabor horrible...

—-Tranquila es medicina natural para desintoxicar tu sistema.

Lo tomo todo por completo, mi madre me da de comer como si fuese una niña y es como me siento cuando ella esta, acaricia mis mejillas mientras intento masticar.

Mi cuerpo duele pero hago un esfuerzo por tragar lo que mi madre pone en mi boca.

Con una servilleta limpia la comisura de mi labio, me ayuda a ponerme de pie para sentarme en la cilla de ruedas.

Me lleva por un pasillo, abre una puerta y está da hasta un jardín enorme, siento la brisa golpear mi cara, el aire fresco invade mis pulmones, mi madre se sienta en el pasto verdoso junto a mi lado.

—-Cuando tenía tu edad amaba deleitarme con los atardeceres como este.

El sol se oculta dando sus últimos rallos que hacen contraste con el violeta y el anaranjado que pinta el horizonte.

Por primera vez en semanas las voces se callan y la paz en mi interior alivia mis heridas.

Perdición [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora