Perdición [+21]

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Marcas de tortura

Hera

Mi arma se desliza de mis dedos, el se pone de pie y me hace frente. Tantas noches imaginándolo frente a mi, tantos momentos en los que deseé que estuviese vivo... ahora lo está pero jamás imaginé que hacer si en verdad lo estaba.

—-Estas vivo...Irina... donde está...

—-Está en Rusia, a salvo.

No sé en qué momento se acercó más a mi, al punto de tocar mis mejillas y limpiar la lagrima que inconscientemente corre por mi mejilla.

—-Perdóname... tú no lo merecías... yo debí...

Con su dedo atrapa mi labio, haciendo que corte mis palabras.

—No fue tu culpa, tú también tuviste que pagar por los errores de otros.

Recorre mi rostro y los recuerdos hacen que pase el peso de mi cuerpo de una pierna a otra.

—-La extrañe Capitana...

—-Yo también lo extrañe General.

Aprisiona mis mejillas con sus manos, besando mis labios con el mismo sadismo  con el que besó los suyos, no le doy cabida para nada cuando envuelvo mis piernas en su cuerpo, me recibe de la misma forma en que yo lo recibo a él,

—-La extrañe Capitana, extrañe sus labios, su cuerpo y su esencia.

Acaricio los cabellos largos en su nuca y el se despega de mis labios susurrando oraciones en idioma ruso.

Me estampa contra la pared sosteniendo mis piernas en tanto yo no hago más que detallar su rostro y tocarlo.

—-No puedo creer que estás aquí... no tengo palabras...

No puedo creer lo que mis ojos ven y lo que mis manos tocan, trae una barba espesa pero la melena trenzada hace Perfecto contraste viéndose más sexi de lo que ya es, diría que está más delgado pero sus músculos se enmarcan en su ropa.

—No debes decir nada, que nuestros cuerpos hablen por sí solos...

Me lleva en su cintura cargada hasta mi habitación, no presto atención a nada solo me prendo de los labios que extrañe y que creí jamás volver a tocar.

Caigo sentada en la cama, el se despoja de la chaqueta y yo rompo los primeros botones de la camisa exponiendo su pecho, dejando ver las marcas de...

—-Marcas de tortura...

Susurran sus labios pegados a los míos cuando se inclina a romper la camiseta que traigo puesta.

Me pongo de pie mirándolo a los ojos y sin vergüenza alguna me desnudó por completo, el desliza su mirada cuando muestro la cicatriz de mi herida de bala debajo de mis costillas, los muslos con las cicatrices de las agujas con las que me drogaban para satisfacerse con mi cuerpo...

—-Las peores cicatrices son las del alma, esas jamás las pondremos borrar.

Susurro pegada a sus labios mientras toca mis cicatrices.

—No hace falta borrarlas, son el recordatorio de los errores que no debemos cometer y de las personas que deben sufrir.

Me toma de los hombros y me inclina haciendo que quede acostada en la cama, el se sienta a un lado de esta, con sus dedos recorre mis muslos y se agacha dando besos mojados en mis cicatrices...

—-Se lo que te hicieron, y puedes tener por seguro que esto no se quedará así.—Pasea sus dedos por mi sexo expuesto el cual empieza a derramar cochos pegajosos cuando sus dedos toman el control.—-Así como borrare las manos de otros sobre tu cuerpo, le recordaré a tu cuerpo quien es el único que te hace empapar sin haberte penetrado.