Perdición [+21]

🍃16

"Feliz cumpleaños
señor Hochadel "

Gabriel

Abordamos el ascensor del hotel tomando la mano de la mujer que no dice una sola palabra hasta llegar a mi despacho. Cierro las puertas y ella camina hasta el balcón.

—-¿Por que no me dijiste que hoy es tu cumpleaños?

Me poso detrás de ella, acorralando su espalda contra mi cuerpo y poso mis manos en el metal frío del barandal.

—-No me gustan estas payasadas, preferiría que nadie se acordase de ello.

—Pero, me siento tonta, todos lo sabían menos yo, no es tu culpa debí ser más atenta.

—-No te sientas tonta, lo que dices si suena ridículo.—-No puedo evitar esbozar una sonrisa de lado; ella hace pucheros, con un tono de voz tan indefenso y sumiso, los berrinches combinados con hormonas de embarazo se están haciendo costumbre.—Ven aquí dulzura.

La tomo de la cintura y la arrastró hasta mi escritorio, tomo asiento en la silla detrás de mi escritorio y ella cae sentada encima de mi.

La acomodo en mis piernas mientras ella rodea mi cuello con sus manos.

—-No necesito más nada que no seas tú, aquí, ahora, lo demás es solo una fachada falsa de cosas sucias y mal intencionadas.

—-Y me dirás qué no te gusta lo sucio y mal intencionado...

—-No he dicho lo contrario, más si eso viene de ti.

Expongo uno de sus senos sacándolo del escote pronunciado en estos. Me prendo de su pezon endurecido, jugueteando con este entre mis dientes y lengua.

—-No es momento para esto Gabriel...

Sus palabras se cortan cuando pellizco su pezon con mis dientes y con mi mano libre expongo el otro, masajeándolo rudamente, doy un palmetazo en su seno expuesto mientras devoro el otro. Un jadeo involuntario sale de sus labios y mi tensión se altera cuando entrelaza sus dedos en mis cabellos.

Doy otro palmetazo en su pecho expuesto, dejándolo enrojecido y latente... mientras que mi
erección se denota por encima de mis pantalones.

La tomo de las caderas y la inclinó en mi escritorio, bajo sus bragas, alzó su vestido exponiendo el rosado durazno en medio de sus piernas.

Con mis dedos abro sus pliegues pegajosos bajo la excitación, no puedo evitar caer en la tentación de lamer todo al punto de sumergir mi lengua en lo más profundo de su pequeña entrada.

Mi lengua es larga y con un simple movimiento de mandíbula puedo lamer y acaparar desde su monte de Venus hasta su entrada vaginal, todo en mi boca, sabe a gloria.

—-No te detengas... por favor, follame.

Más que una orden es una súplica combinada con placer, la tomo de la cintura y bajo la cremallera de mi pantalón exponiendo el miembro endurecido al punto de querer explotar.

Lo tomo en mis manos y jugueteo con mi punta en su entrada...

—-Esto es lo que quiere señora Hochadel...

—-Si... es lo que deseo señor Hochadel.

Me sumerjo dentro de ella, con fuerza y con toda la potencia que mi verga exige, siento como sus paredes me reprimen, tomo su coleta en mi mano envolviéndola como si fuese el jinete de una bestia sexual e imperativa llamada Isabella Sherwood de Hochadel.