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Gabriel

El olor a tierra mojada invade mis fosas nasales cuando la llovizna empieza a descender por todo el horizonte en pleno amanecer.

Mi móvil vibra en la pequeña mesa a un lado de donde estoy, lo tomo recibiendo las informaciones que esperaba.

—-Señor, aún no hemos encontrado el cuerpo de Hasan Faez, hasta que no aparezca no podemos declararlo muerto.

Cuelgo la llamada, intento no perder los estribos dado que esto me pone de muy mal humor, me contacto con Anubis y doy varias órdenes entre ellas que vigilen a los portugueses que posiblemente estén siendo sobornados por las mafias árabes.

No puedo permitir dar revancha, mucho menos ahora.

Salgo del balcón deteniéndome por unos minutos a detallar a la mujer que duerme a un lado de la cama, me doy una ducha y me coloco solo mi ropa interior, salgo de la habitación me coloco un delantal y rebano las frutas que sirvo en un tazón.

Si hay algo que me ayuda a relajarme es concentrarme en otras cosas, necesito estar pleno, con la mente abierta y desestresado, debo saber que decisiones tomar y cuáles no.



Mezclo el chocolate derretido en los Pankeis, sirvo todo en la isla de mármol en medio de la cocina, rebanó más fruta pero es imposible no tomar con fuerza en cuchillo en mis manos pensando en que si ese hijo de perra está vivo lo remataré con gusto, no puedo permitir que le haga daño a...


Rápidamente poso mi vista en la mujer que se posa en el umbral de la puerta, luce menos adormilada, la pequeña bata negra cubre solo sus muslos dejando expuestas sus preciosas piernas.

Tomo el tazón de frutas y lo poso en la isla, con mis manos me trepo hasta esta y me siento descaradamente.

—-Has dormido bien?

Pregunto y ella responde...

——Si, bastante.—Muerde su labio mientras yo jugueteo con una uva en mis labios.—-Sabias que las impresiones muy fuertes pueden causarme un paro cardiaco, deberías ponerte algo debajo de ese delantal.

—-Estas admitiendo que te mueres por mi Isabella.—Alargo las dos L de su nombre y lo saboreo en mis labios mientras devoro la uva en mi boca.

—-No, solo reconozco que eres una tentación, es todo.

Camina hasta mi pero es de estatura baja y al yo estar sentado en la isla debo inclinar un poco mi cabeza para verla ponerse enfrente mío. Se ve tan pequeña e inofensiva que el deseo de follarla en la isla bañada en chocolate derrito es más que un deseo, es necesidad.

—-Hay que aclarar algunas cosas.—Bajo de la isla acercándome más a ella, me cruzo de brazos y ella hace lo mismo.—-Por que las personas te llaman Doctora Sherwood, cuando eres una Hochadel.

—Te recuerdo que me apartaste de tu vida quitándome el derecho a serlo. No puedes quitar y poner a tu antojo.

Intenta darse la vuelta pero la detengo posando mi mano en su hombro.

—-Yo no te he quitado nada lo que hice fue por..

—-Por que te gusta Eva, admítelo siempre ha sido ella, tu amante, tu preferida y no te preocupes no me da la gana de luchar contra eso.

—-No digas tonterías.—Me fijo en el tono avellanas en sus ojos.—-Eva no significa nada para mi.

—-Eso no fue lo que vi la última ves que te vi con ella.—De una voz altiva e imponente pasa a ser quebrada y cargada de sentimiento, está celosa y le duele por que... me ama.

—-Con Eva aprendí lo que es el sexo, la lujuria y el placer, pero contigo.—Poso mis manos en sus mejillas y la atraigo hasta mi.—Contigo he aprendido a sentir y eso me mata lentamente.

—Es absurdo Gabriel, todos tenemos sentimientos por algo o por alguien en especial, todos tenemos derecho a sentir y eso no te hace mejor o peor que nadie. Tu idea del villano inquebrantable conmigo no funciona.

—-Y esa es mi perdición Isabella, saber que contigo no puedo ni podré ser el mismo.

Beso sus labios, condensando su ternura con mi rudeza, ella posa sus manos en mi pecho y me empuja hasta la isla, besa mis labios con agresividad, se despega de mi mirándome con una malicia que solo la saca a relucir cuando está muy excitada.

Se inclina y toma el chocolate derretido, sumerge uno de sus dedos y juguetea con él volviéndome loco, muerdo mi labio deseoso de probar el chocolate en su piel.

Se acerca a mi y sumerge dos dedos en el chocolate y descaradamente lo esparce por mi cuello.

—Ups, tendré que limpiar eso...

Por un lado me da un poco de gracia ya que debe ponerse de puntas para alcanzar mi cuello y aún así debo tomar sus piernas y subirla a horcajadas en la isla, pero por otro lado las lamidas que da en mi cuello erizan mi piel de una forma tan potente que tenso todo mi cuerpo.

Quita el delantal que traigo puesto, dejando caer el chocolate derretido por todos los tatuajes en mi pecho. Lame cada tatuaje cubierto de chocolate, me tenso con el tacto tibio de su lengua y la saliva en mi boca se vuelve escasa.

—-Willst du mich töten, verdammte Hexe?

(¿Quieres matarme, maldita bruja?)


—-Du hast es bereits gesagt, ich bin dein Untergang,
Gabriel Hochadel.

(Lo dijiste antes, soy tu perdición, Gabriel Hochadel)




Tomo sus manos y abro su bata encontrándome con la desnudes debajo de esta, tomo el chocolate derretido y lo esparzo por sus muslos desnudos, y doy largas lamidas por toda su piel hasta llegar a su vagina totalmente expuesta, dejó caer la mezcla  derretida en su monte de Venus y está baja por su clítoris.


Succionó su zona íntima sumergiendo mi lengua en ella, ella se apoya de sus antebrazos y con su mano libre entrelaza sus dedos en mis cabellos locos.

Sus ojos se ponen en  blanco cuando se vuelve loca en mi boca, sujeto sus piernas envueltas en mi cuyo y apoyadas en mis hombros, me deleito con el sabor del chocolate en su piel, para luego sentir en mis labios el sabor de sus jugos por la excitación...

—-mach es schon...

(hazlo ya)

Lamo su abdomen y subo lentamente hasta sus senos y cuello. Lamo su cuello y susurro suave mente las palabras que la  sacan del momento erotico.

—-No te follare hasta que des a luz y estés fuera de peligro.

—-¡Maldito!


—-¡Maldito!

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Perdición [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora