—Te ves hermosa.
Sus palabras me hacen sonrojar, me subo en silencio al auto, hoy saldremos a una cita, lo acordamos hace unos días cuando llego como un loco a mi casa, trago con fuerza cuando recuerdo como nos besamos ese día, lo que me hizo sentir me asustó, pero también me dio ganas de más, no sé cómo explicarlo, ni tengo palabras para hacerlo, Sébastien agarra mi mano y deja un beso en ella mientras me mira directamente a los ojos.
—Cuándo te diga un cumplido, tienes que responderme con un: gracias mi amor.
—Ni lo sueñes.
Pongo mis ojos en blanco y retiro mi mano de la suya, pero él se inclina aprovechando que estaba distraída y me besa, al principio me toma por sorpresa e intento alejarme, pero luego mi cuerpo se relaja y le sigo el beso hasta que nos separamos.
—Y cada vez que me veas me tienes que besar.
—No lo creo.
—Bien, entonces te los robaré los besos.
Cruzo mis brazos ignorándolo, pero con una sonrisa estúpida en mis labios, no le pregunto a dónde vamos, aunque él se encarga de decirme cuál es el lugar, está a las afueras del pueblo, su papá se lo recomendó, es de un amigo, dice que sus padres van mucho a cenar allá, el sol se está yendo, la brisa fresca comienza a intensificarse, la suerte que me puse un pantalón largo, con una blusa blanca y mi abrigo favorito, que combina con mis zapatillas rosadas.
La semana ha pasado volando, estoy feliz por cómo me he acoplado en la escuela, me encantan mis compañeros, el grupo que hemos armado, la conexión que estamos creando, es maravilloso, más que estudiantes se han convertido en mis amigos, es bonito contar con personas que te alegran el día con un chiste o una mirada, a Sébastien no les cae bien los chicos, pero no me importa, ni él ni nadie puede prohibirme tener amigos.
Además, él va a buscarme todas las mañanas a mi casa para llevarme a la escuela y luego regresa a buscarme para traerme a la casa, al principio me negué, pero luego terminé aceptando, puede que muy en el fondo me gusté pasar tiempo con Sébastien, me hace reír, me trata bien, siempre está pendiente de mí, me hace sentir especial, la verdad es la primera vez que experimento esto y me da miedo, aunque supongo que es normal temerle a lo desconocido.
Las leves caricias que da en mi mano, me pone la piel de gallina, no sé cuántos minutos pasan hasta que llegamos al restaurante, el lugar a simple vista, me gusta el ambiente, me bajo antes de que Sébastien venga abrirme la puerta, se ríe cuando se da cuenta, en la entrada hay una chica que nos recibe y nos lleva a una mesa, puedo decir que este restaurante es mi favorito solo por la decoración, es tan atrayente por los colores y su diseño.
—¿Te gusta?
—Me encanta, espero que la comida sea buena, porque en definitiva este lugar sería mi favorito.
Nos traen el menú, hay tantas cosas que suenan rico que no sé qué pedir, así que le dejó que él elija nuestros platos, mientras tantos mis ojos se pierden admirando la estructura del lugar, también las personas, está abarato, eso me hace pensar que el restaurante goza de buena popularidad, hay un chico mirándome fijamente, se ve bien, hay algo en él que me atrae, no sé si son sus ojos verdes o su hermosa sonrisa, Sébastien gruñe bloqueándome la vista.
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Dulce Luna ✓ | 2º
Werewolf+18 "Con cien dólares y un folleto que encontró en la calle que hablaba de un pueblo llamado Hauntend Forest, una corazonada le indicó que ese sería su nuevo destino." ¿Quieres leer la sinopsis? Completa adentro ⬇️ Libro II de la serie amores verdad...