Capítulo 13: Dos años atrás

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Me desperté pensando en que estaría dando un cambio radical en mi vida tan solo en unas cuantas horas. Era el inicio de la temporada escolar, y mi primer día como estudiante de secundaria. Acá en mi pueblo la etapa de Secundaria era bastante extensa. Tenía mi futuro trazado, estudiaría en el colegio, haría los exámenes, ingresaría en la universidad como psicóloga en New York, me graduaría y tendría mi familia, mi trabajo y casa por el resto de mi vida —Si, obvio que eran esos pensamientos ingenuos que solíamos tener antes de conocer los problemas del mundo real, el que está fuera de nuestra propia burbuja —. Aunque a pesar de esto yo no parecía para nada contenta, tenía una cara larga y una mirada vacía.

Bajé por el desayuno a la cocina luego de haberme vestido. El café con leche estaban encima de la mesa junto con las tortitas. Mi madre se encontraba de espalda a mi, algo acomodaba en una silla:

—Buenos días madre. —Le dije mientras pasaba adentro.

—Buenos días cariño. —En cambio ella ni tan siquiera se volteó en el lugar a verme.

—¿Que haces?

—Ya casi está listo —murmuraba ella— y… listo, solo preparaba todas tus cosas en la mochila, debes estar ansiosa por comenzar las clases.

—Mamá, voy a empezar la secundaria, creo que esas cosas ya las puedo hacer yo… —mi tono de voz en esa mañana no sonaba con total felicidad y ansia por un nuevo día.

—¿Qué sucede? ¿Por qué no suenas feliz? —se sentó a mi lado.

—Nada…

—¿Charlotte?

—Es solo que no quiero comenzar la secundaria, ahi es donde todo cambia: Tu cuerpo, mentalidad e incluso todos los que te rodean.

—No, cariño verás como todo ahora será mejor, dale una oportunidad a un nuevo comienzo, tendrás motivos para sonreír, nuevos amigos, y nuevas experiencias…

Mi madre podía tener algo de razón, pero ya sea por instinto y naturaleza, sentía que algo iría mal ese día, o supongo que sólo sería una idea mía, de algo normal en mi vida.

∆∆∆

No puedo negar que tenía una pequeña esperanza de que mi día en la escuela fuera el mejor, pero, solo bastó algunas miradas y segundos para darme cuenta de que no sería así.

Caminaba por el pasillo buscando mi casillero, mientras que a mis oídos llegaban los murmuros de los demás estudiantes, risas y miradas. Algunas personas me resultaban familiar gracias a la etapa de primaria, y otras simplemente me eran nuevas.

Mi cabeza daba vueltas y me empazaban a abrumar las murmuraciones de las demás personas a mi alrededor. Por un momento pensé que era normal hasta que ella me dijo el porque murmuraban.

Abrí mi casillero, metí mis cosas dentro, y en cuanto lo cerré la vida me presentó a la única persona que estaría siempre que la necesitara:

—No les hagas caso, solo quieren implantar en ti un miedo, te ven diferente, pero es algo que verás muy seguido en la secundaria. —Me extiende su mano —Ven conmigo…

Alice estaba parada en frente de mí, me extendía su mano y junto con su hermoso rostro y cabello rubio, parecía un ángel dispuesto a salvarme. Para ese entonces ella vestía con una camisa bastante fina la cual parecía mismamente un vestido ya que llegaba un poco más arriba de la mitad de sus muslos, un suéter de estambre corto de color rosa por encima de esta, unas zapatillas modernas de color blanco y su cabello el cuál llevaba suelto, contenía algunas ondas no tan naturales.     

Lo que nunca me hubiera imaginado, es que una amistad verdadera podría empezar con un simple “No les hagas caso”

  Todos se veían muy concentrados en nosotras. Más tarde nos dimos cuenta que no hablaban de ella, sino de mí.

Demonios OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora