Capítulo 12: Estamos en peligro

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∆Aaron∆

—¿Qué viste? —pregunté exaltado.

—Como asesinaba a uno por uno, como vino por mi… pero no puedo decir nada… o me matará —como un loco subía y bajaba su tono de voz, movía mucho su cabeza y sus manos —. ¡Me matará! Y no, ¡Noooo!.

Los médicos vinieron a por él, llevándoselo a su habitación y prohibiéndome el volver a verlo. Andrés iba gritando palabras sin sentido mientras lo llevaban, hasta que una quedó impregnada en mi mente:

—¡La casa del bosque! ¡La casa del bosque!.

Corrí hacia el auto y me dirigí a la oficina. Abrí la puerta de un tirón, hasta quedar cara a cara con Albert:

—¿Qué sucede Aaron? —dijo él un poco enojado.

—Tenemos una pista.

—¿Qué?.

Le conté sobre Andrés, mi visita y lo de la misteriosa “casa del bosque”. Le pedí que me diera una orden para interrogarlo más a fondo, pues en mi cabeza se estaba formando el plan perfecto para acabar con todo esto. Albert solo insistía una y otra vez en qué era un enfermo mental, que no hiciera mucho caso a sus palabras. Pero el que busca encuentra, y yo encontré la orden que necesitaba.

∆∆∆

Un rato después nos encontrábamos el equipo y yo nuevamente en el manicomio. Esta vez con algo que nos autorizaba a poder hablar con más profundidad sobre el tema con Andrés:

—¡La casa del bosque! Están allí, ¡Está allí! —decia Andrés.

—Joder deja de decir la casa del bosque, ¿Quiénes están allí? ¿Qué viste? —yo me encontraba muy alterado fue en ese momento en el que Albert me empujó.

—Comportáte, pareces un niño.

—¡Si! Un niño que quiere encontrar respuestas sobre lo que está pasando, ¡Sobre su padre!.

—Es que esto es una pérdida de tiempo, está loco Aaron. No conseguirás nada.

—Hey, ya, detengan se —intervino Ted.

Ted era un poco mayor que yo, tenía alrededor de unos treinta años. Me trataba como si fuésemos amigos de años, pero en realidad la había conocido casi al mismo tiempo que Charlotte:

—¡No! Quiero intentarlo. Albert, para mí serás como un padre, pero no puedes impedir que busque respuestas como sea —señalé su pecho con mi dedo índice —. Y si hay algo que me queda claro es que cada persona de este maldito mundo yace con un poco de locura por el mínimo motivo, pero eso no impide que tengamos oportunidad de que los demás crean en nosotros. La mía es buscar a mi padre, y la locura de él tiene las respuestas. Permiso y déjame hacer mi trabajo, confía en mí:

—Andres ¿Quién soy? —dije en tono calmado buscando la relajación en el loco.

—Un detective.

—¿Qué busco?.

—Respuestas, sobre el asesino.

—Necesito, que te tomes tú tiempo y me cuentes todo —. Ambos nos miramos y él accedió a hablar.

Andrés contó que en ese tiempo sus alumnos empezaron a desaparecer. Tras la preocupación de sus padres y el resto del pueblo, comenzó a sentirse culpable —¿Por qué? Ni idea eso no lo dijo —. Decidió investigar para alimentar su culpabilidad y convencerse de que todo estaba bien. Pero su vida se vio envuelta en horror cuando puso un pie en aquella casa del bosque. El asesino, a quien llamaba eso, lo había tenido en aquel sótano, viendo todos las atrocidades cometidas por dicho asesino:

Demonios OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora