Capítulo 8: Viejos recuerdos

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Pasaron las horas ,Alice había vuelto a su casa, y ya cerca de las 6:00 pm me estaba arreglando para encontrarme con Aaron. Me decidí por vestir con unos jeans y un top negro, una chaqueta un poco ancha y larga hasta la cadera y terminé por ponerme unas botas trenzadas que quedaban por encima de los tobillos al menos 1cm, el cabello lo dejé suelto.

  Partí hasta la dirección que me había dado y luego le llamé para que fuera a por mi. Al llegar a su casa no hacía más que observar cada rincón, cada parte de ese lugar.

—¿Te gusta? —preguntó él al ver mis ojos con emoción.

—Pensé que el ser chico te haría un poco desordenado. —Su casa era totalmente ordenada y de gran comodidad.

—Era de mi padre. —Me quedé observando con misterio y empeño, estaba pisando la casa de aquel hombre.

Me agarró de la mano y me llevó atravesando una puerta que se encontraba en la cocina. Era realmente lindo todo lo que estaba viendo.

—¿Tú preparaste todo esto? —di una vuelta en el mismo lugar y mis ojos brillaban.

—Es lo menos que podía hacer. —Sonrió un poco. —Esta es mi manera de pedir disculpa por haberte hecho sentir mal y darte las gracias por querer prestarme tu ayuda.

Era el patio trasero de su casa, habían cojines de colores acomodados formando la figura del mejor sofá, el lugar estaba rodeado de luces led color, el árbol donde se encontraban los cojines estaba enrredado de luces también, y delante de todo había una pequeña y baja mesita de madera la cual tenía comida, incluía pizza y refrescos.

Nos sentamos en los cojines. Charlamos por una media hora aproximadamente, charlas agradables y también reímos. Todo había estado bien, pero de un momento a otro la conversación se había tornado un poco más seria:

—¿Qué conoces de los John? —me preguntó después de un rato, su cara ya estába un poco seria.

  —Solo se decirte que conozco a la misma persona que tú estás buscando —le dije con total seriedad después de quedarme por unos segundos en silencio.

  —KENNET JOHN —dijimos al mismo tiempo mientras nos mirábamos directamente a los ojos.

  —¿Como sabes lo que busco? —apresuró en decirme.

  —Lo supe en cuanto me dijiste tú nombre, me quedé impactada cuando lo escuché.

  —Tienes razón, mi objetivo aquí es buscarlo, aún cuando él nunca lo hizo —acomodó su cabeza de manera que quedó mirando el cielo y procedió a contarme un poco acerca de su vida —. Soliamos vivir en esta casa mi madre, mi padre y yo, éramos una familia hermosa, hasta que un día, todo cambió. Él le prestaba más atención a su trabajo que a su familia, y nos cansamos de esperar, yo tenía alrededor de 12 años cuando nos fuimos mi madre y yo a New York —yo simplemente le atendía con total concentración. —Un día vimos las noticias que un detective de Telluride había desaparecido, opté por buscarlo, descubrir que le pasó y así comencé a trabajar aquí, luego te encontré a ti, el resto ya lo sabes.

  —Vaya, lo siento —me acerqué a él, los corazones se sentían nerviosos, mi mente decía que algo tenía que hacer así que lo abracé fuertemente. —Al menos tenemos algo en común —mi cara cambió a una facción aún más seria. —Mi padre nunca estuvo presente en mi vida.

  —¿A qué te refieres? —me pregunto con gestos confundidos.

  Le conté que mi padre se había marchado cuando yo era muy pequeña, que no tengo recuerdos con él, no hay fotos, que un amor hacia un padre pudo convertirse en un largo túnel lleno de odio.

Demonios OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora