𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟒

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No me gustaban las bodas, aunque me hubieran invitado

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No me gustaban las bodas, aunque me hubieran invitado. Siempre había algún lugar mejor en el que estar: el trabajo, una excursión con mis amigos, un matadero. Pero esa boda era diferente. Esa boda era trabajo. Y era el único evento que Henry Park tenía previsto.
Recorrí la luminosa y soleada sala en la que estaban sirviendo las bebidas de bienvenida, intentando fingir que buscaba a alguien. Lo cual era totalmente cierto. Podría ser el primer día, pero no quería perder la oportunidad de encontrarme con Henry.

- Dios, qué bonito está todo -comentó Lisa. No estaba seguro de que se diera cuenta de que me había apretado la mano como si yo fuera su chaleco salvavidas en un mar agitado. Volví a mirar la habitación que nos rodeaba, tratando de entender lo que habían hecho. Supuse que sí que estaba bien.

Había flores azules y blancas por todas partes: enmarcando las puertas, en guirnaldas alrededor de los cuadros, y pequeños arreglos en todas las mesas. Las puertas francesas daban a un patio adoquinado donde la gente había creado corrillos por el césped. Tal vez Henry estuviera allí. Parecía que había un cuarteto de cuerda tocando. ¿Le gustaría la música? Mientras atravesábamos la sala, un camarero se acercó a nosotros con una bandeja llena de copas de champán. Cogí dos y le pasé una a Lisa, que enseguida se la bebió, así que le di también la mía. Ella sonrió, un poco avergonzada, pero aceptó la copa de todos modos. Tenía que medirse con el alcohol o iba a acabar teniendo que llevarla a la habitación. Parecía muy estresada. Y no estaba seguro de si era solo porque se trataba de la boda de su ex o porque le preocupaba que nos descubrieran fingiendo.

Conocerla había resultado revelador para mí. Gracias a ella, me había hecho una idea de cómo pensaban las mujeres. En mi caso, lo revelaba todo abiertamente, y me había dado cuenta en las dos últimas semanas que las mujeres con las que normalmente salía no me decían ni la mitad de lo que pensaban. En cambio, Lisa no se contenía. Tenía un comentario casi constante sobre todo lo que pasaba por su cabeza. Y me había asegurado que todas las mujeres pensaban de forma similar sobre diversos temas: hombres que solo llamaban a altas horas de la noche, hombres que no practicaban sexo oral con una mujer pero querían que les hicieran una mamada y hombres con pelo en la espalda, entre otras muchas cosas. También me mostró su opinión sobre los hombres que engañaban a las mujeres ( algo que le había sucedido a Tzuyu antes de que conociera a Mingyu, al parecer), sobre el placer que suponía trabajar desde la cama y sobre la importancia de los erizos. Era como si de repente tuviera una hermana. Solo que Lisa estaba muy buena.

- Estás preciosa -dije, tratando de calmar sus nervios. Si no la hubiera conocido, habría pensado que tenía un problema con la bebida, pero nunca la había visto así antes.

Estaba especialmente guapa; había elegido un vestido con flores estampadas de tejido vaporoso con mangas largas y un profundo escote. Cuando caminaba, asomaban por la tela sus piernas torneadas y bronceadas. Era un vestido que parecía más recatado de lo que había resultado ser. Y eso era algo muy de Lisa: parecía una cosa a primera vista, pero insinuaba algo más interesante por debajo. Ese modelo podría haber sido diseñado para ella, dado lo bien que le quedaba. Pero lo que más me gustaba era la forma en que se había recogido el pelo a un lado con una pinza adornada con flores recién cortadas. Hacía pensar que era inocente y sexy al mismo tiempo. Mostraba su largo cuello y resaltaba sus pómulos. Era preciosa, aunque no se diera cuenta de que lo era. No tenía nada de qué preocuparse. Yo solo había visto a la novia una vez, pero desde el momento en que conocí a Yeri, me pregunté por qué el ex de Lisa la había dejado por aquella. Yeri era atractiva, pero no era tan guapa como Lisa. Y estaba a años luz de ella en todo.

𝙋𝙧𝙚𝙩𝙚𝙣𝙙 𝙇𝙤𝙫𝙚 | ℓк αυ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora