Capitulo 18

430 23 0
                                    

Camavinga

El resto de la comida pasa sin más aspectos relevantes.

— Podríamos dormir la siesta— dice Ash a mi lado.

— ¿Sueles dormir la siesta? — le pregunto ya que no me encaja con su actitud.

— Siempre que puedo lo hago, aunque como ya has visto el tiempo libre no es algo que me sobre, pero cuando era pequeña la dormía todos los días— me encanta cuando se pone a contarme cosas de ella.

— Pero no quiero separarme de ti— le digo ya que si se va a dormir estaremos perdiendo tiempo juntos.

— No me refería a dormir sola— me dice lo que hace que me levante inmediatamente agarrándola del brazo.

— Ahora si te parece buena idea ¿no?— dice divertida

— De las mejores ideas que has tenido— lo que hace que me lleva un leve golpe en el brazo por el comentario.

Llegamos a mi habitación, es la primera vez que entra, es una habitación blanca, las sábanas son azules y hay dos camisetas colgadas una de cada equipo de fútbol en el que he jugado.

— Es bonita— dice dirigiéndose a la cama y tumbándose en ella boca arriba, me encanta su espontaneidad, es una pena que la deje salir tan poco, me tumbo a su lado.

— Mañana volverá a ser normal— me recuerda, yo asiento algo apenado— solo quiero que durmamos— me indica.

Yo la abrazo atrayéndola hacia a mi, ella gira su cabeza y sus ojos conectan con los míos de esa forma tan mágica, que sucede muy pocas veces, por que muy pocas veces  dos personas logran conectar.

— Solo quiero tenerte en mi vida, no me importa de la forma que sea, voy a respetarte decidas lo que decidas— ella relaja el gesto, y sin decir nada se acurruca en mi pecho, a los pocos minutos queda dormida, yo no consigo hacerlo, así que paso mi mano por su espalda haciendo cosquillas.

Ashley

Antes de abrir los ojos noto como me mira, como acaricia mi espalda, y como esta a centímetros de mi, sigo sin abrir los ojos, acercándome más a él, el parece adivinar mis intenciones porque acaba de unir nuestros labios.

Paso mis manos por su nuca y el baja las suyas hasta el límite de mi espalda, aunque quiero seguir con esto se que no debo, porque si llegase a probarle de esa forma no creo que nunca más pudiese volver a separarme de él, así que comienzo a separarme lentamente, hasta que esta vez sí que abro los ojos que se encuentran con los suyos.

— Tienes buen despertar, me gusta— me dice

— Aun no me has dicho nada que no te guste de mi

— Porque me gusta todo— enarco una ceja— salvo tu incesante negativa a ser algo más, pero dejémoslo estar.

Y así hacemos nos pasamos el resto de la tarde metidos en su habitación, como dos adolescentes, entre anécdotas y risas.

— ¿Y como es la presión de jugar en la elite?

— Bueno te acabas acostumbrando a ella, al final si le prestas atención te acaba consumiendo, hago lo que más me gusta en el mundo que es jugar al fútbol, siempre fue mi sueño y aquí estoy. — me encanta oírle hablar así, se le nota tan agradecido con la vida.

— Tu ya has ganado en la vida

— ¿A que te refieres?

—Sabes ver más allá de lo que los demás ven, cualquier otra persona se hubiese dejado comer por la presión, o no sabría valorar realmente lo que tiene, tú te muestras agradecido constantemente, y eso me gusta mucho de ti— confieso, el sonríe.

— ¿Tu has logrado tus sueños?— me quedo pensativa.

—Veamos, estudie lo que me gusta, me mude a Madrid para trabajar con el club más grande del país, conocí al jefe más maravilloso que se puede tener y ahora trabajo en el despacho más importante del país, te puedo asegurar que logre mis sueños hace mucho tiempo. — miro mi pasado con nostalgia, como por fin he llegado a donde quería estar.

— No sabía que habías trabajado directamente en el club.

— Si trabajé en Valdebebas, haciendo contratos, muy divertido— nótese el sarcasmo— allí conocí a Mike que en ese momento también trabajaba allí, el fue el que me "descubrió" y me ofreció el puesto, el resto es historia.

— Ojalá haberte conocido en ese tiempo, me hubiera encantado verte todos los días llegar al trabajo.— el vuelve a acercarse y me besa, esta vez va dejando un rastro de besos por mi cuello, comienza a desplazarme hasta que me encuentro encima de el, y yo me dejo hacer, por que me veo incapaz de volver a negarme, pero como el destino es sabio, su hermano entra en la habitación.

— Lleváis aquí ya mucho rato— cuando Edu oye el ruido de la puerta y la voz de su hermano pequeño, me lanza hacia un lado de la cama, lo cual hace que comience a reírme como hacía tiempo que no lo hacía.

— ¿No te he enseñado a llamar a la puerta?— dice al niño bastante alterado, lo que hace que esté se asuste.

— No pasa nada cariño ven— el niño se acerca a mi yo le coloco en la cama entre ambos— ¿que tal si vemos una peli? — asiente con la cabeza—Eduardo, pon una peli— pronunció su nombre completo con toda la intención, por su declaración anterior, él parece darse cuenta pero rápidamente lo ignora y pone una película que a su hermano parece gustarle, en la tele de enfrente de su cama.

La película comienza y yo rodeo al pequeño de los hermanos con mis brazos, adoro a los niños pequeños.

— Que suerte tienen algunos— le dice a su hermanito que asiente apoyándose en mi.

— No te pongas celoso Edu, tú tienes otro tipo de exclusividad— él sonríe ante mi respuesta, pasamos el resto de la tarde viendo la película, sin soltarnos la mano.

Aquí os dejo un nuevo capítulo, espero que os guste❤️

Fuera de juego || Eduardo Camavinga (1 y 2 parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora