CAPITULO 19

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Ashley
Tras 8 horas de avión por fin consigo llegar a mi destino.

— Cuánto te echaba de menos— oigo al salir por la puerta del aeropuerto.

— Mike— gritó mientras me lanzo a sus brazos.

Me siento en casa cuando me rodea con sus brazos, siempre he pensado que el hogar no es un espacio físico sino las personas que se convierten en familia, las personas que siempre están ahí pase lo que pase, el hogar es donde la gente que quieres está.

—Gracias por venir con tan poco tiempo.

—De nada reina.— ambos sonreímos— te he echado tanto de menos, que cuando me dijisteis que venías no podía negarme, vamos anda— dice señalando el coche, ambos subimos.

Los ángeles... mucho más impresionante de lo que me imaginaba, Edu viajó ayer, a penas hemos hablado desde que se fue, he tenido que ponerle una excusa de porque iba a estar tantas horas sin cobertura. Así que me invente que debía quedarme en la oficina hasta tarde.

—¿Crees que le gustará?

— Creo que le encantará, la verdad es que conociendo a ese chico creo que le gustaria cualquier cosa que tú hicieses por el. — sonrió levemente y vuelvo a apoyarme en la ventanilla.

Seguimos el camino hasta el hotel en silencio, pero todo cambia cuando llegamos y Randall nos está esperando con un pequeño bebé en brazos.

— Hola pequeña— digo apartando con cuidado la pequeña manta que cubre al bebé.

—Te presento a tu sobrina — dice Randall tendiéndome al bebé.

Siempre habían querido ser padres, pero por circunstancias las adopciones habían sido difíciles hasta ahora, que por fin lo han conseguido.

— No me has querido decir su nombre por teléfono— me muevo poco a poco para mecer a la niña.

— Quería que fuese una sorpresa— Mike toma la mano de Randall— Se llama Ashley.— me quedo paralizada ante las palabras de mi amigo, ¿de verdad le a puesto mi nombre a su hija?, las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas, me siento tan llena al estar rodeada de tanta gente que me quiere.

— Ojalá se parezca a ti— me susurra al abrazarme, y ya es lo que me faltaba para seguir llorando como loca.

Me paso así más tiempo del que cualquier persona estaría, pero cuando una persona llora muchas veces lo hace por todo el cúmulo de cosas con las que carga y ese era mi caso, estaba soltando en el hombro de mi amigo un año lleno de miedo y de tensiones, por fin todo había vuelto a su sitio, pero las emociones tanto buenas como malas tienen que salir, para dejarte avanzar.

...

Camavinga

Llegamos a Los Ángeles, Ash ha estado demasiado rara estos días, y no puedo evitar sentir algo de miedo, confío en ella eso está claro, pero no entiendo algunas cosas de su comportamiento.

—¿Listo para lo que se viene?— dice Luka dándome una palmada en el hombro.

— Eso creo

— ¿Ha pasado algo?, no te veo muy entusiasmado para lo que tú sueles ser— a veces odio ser tan transparente con mis emociones.

— No nada, solo que Ash y yo hemos vuelto, y lleva unos días haciendo algunas cosas raras, pero seguramente sean imaginaciones mías.— le confieso a mi amigo.

— Si seguramente lo serán, después de todo lo que habéis pasado... no te preocupes Cama, deberías dejar de pensar tanto, y disfrutar más de las cosas que te están pasando, has vuelto con la chica que quieres y estás entrenando con el mejor equipo del mundo, deja de pensar que hay algo que va mal— me quedo pensativo, supongo que tiene razón, ya pasarán cosas malas inevitablemente, no es necesario buscarlas o provocarlas  cuando todo va bien.— además después de todas las liadas que has tenido esté año deberías ir poniéndote las pilas— se ríe para quitarle hierro a sus palabras pero aún así sé que dice la verdad, no he estado del todo bien este año y debería recompensar eso, así que decido dejar de lado esa actitud derrotista y volver a ser el que un día fui.

Ashley
— ¿Todo listo?

— Eso parece— digo mirando una terraza desde  la que se ve el mar de California, he preparado una mesa, y he llenado de velas el lugar y de pétalos de rosa, él se curro mucho el volver a cosquistarme y ahora yo debo estar a la altura de las circunstancias.

—No lo pienses más, le va a encantar, ya verás

— Espero que tengas razón.

Nos vamos al primer partido de la pretemporada, el no sabe que estoy aquí, y después pienso llevarle a cenar a mi hotel, y con suerte pasar la noche ahí.

Llegamos al campo, y a diferencia de lo que he hecho en otras ocasiones no espero que sea él el que me encuentra, así que voy a buscarle.

Agradezco mi suerte ya que cuando llego la mayoría de chicos han salido al túnel de vestuario por lo que puedo entrar tranquilamente sin que me asesinen con la mirada, como si fuese a ver algo que no he visto antes, si les encanta ir sin camiseta, pero en fin cosas de hombres, ¿quien los entiende?

Le veo de espaldas a mi, y me quedo apoyada en el marco de la puerta unos segundos, tiene la camiseta a un lado del banco, y el móvil en las manos, noto como el mío que está en mi bolsillo vibra, supongo que me ha mandado algo antes de salir al campo, no puede ser más mono.

Me acerco a él sigilosamente, y le rodeo por detrás, se tensa automáticamente, mientras yo apoyo mi cabeza en su espalda desnuda susurrando un hola, se destensa cuando escucha mi voz, y acaricia mis manos entrelazadas sobre su estómago.

Me separo de él y se gira, no puedo evitar sentir algo de calor al verle así, acaricio suavemente sus abdominales y el se muerde el labio.

— Pensaba que no vendrías.— se le ve bastante emocionado, pero ahora yo solo puedo pensar en una cosa.

— Esa Era la idea, que fuese una sorpresa— digo aún con la mano en su vientre, empiezo a bajarla hasta la entrada del pantalón.

— Ash, no hagas eso por favor— dice mientras juego con el elástico, ya no queda nadie en el vestuario, y aún queda un rato para que tengan que salir a calentar.

Ignoro su petición y meto la mano en el pantalón, ya esta duro, y eso me calienta aún más.

— Pff— dice sacando mi mano de su pantalón— me vas a hacer perder la cabeza— me coge a penas sin esfuerzo y me introduce en uno de los cubículos del baño mientras devora mi boca, noto como me pongo cada vez más húmeda mientras su dureza se roza contra mi, agradezco a verme puesto falda aunque no era para nada la idea.

Beso su pecho mientras él hace lo mismo con mi cuello, sujeta mis glúteos con fuerza, clavando sus dedos en el.

— No tenemos mucho tiempo— digo separándome, bajo sus pantalones dejando su longitud a la vista, me recojo el pelo en una coleta, y bajo hacia allí bajo su penetrante mirada.

Empiezo a succionar mientras él tira de mi pelo, le miro desde abajo, y me encanta verle así.

Unos minutos después tira de mi hacia arriba, posa sus manos en mi cintura y me eleva haciendo que rodee su cadera con mis piernas, nos miramos intensamente, yo muerdo mi labio.

— Te quiero— e inmediatamente le noto dentro de mi.

Me muevo con su ayuda, notandole cada vez más dentro, nuestras narices se rozan, mis manos acarician sus fuertes brazos.

Sus movimientos son cada vez más rápidos y fuertes, aprieta mis muslos, y una de sus manos se cuela en mi intimidad, acariciándome.

— No pares por favor — le suplico aunque sé que no va a parar.

Solo pasan unos minutos cuando le noto deshacerse dentro de mi, deja caer su cabeza junto a mi hombro sin dejar de moverse, hasta que soy yo la que termina.

Subo mi ropa interior y bajo mi falda, peino un poco mi pelo con las manos y salgo del cubículo.

— Eso ha sido increíble— dice Edu saliendo del baño— bueno tú eres increíbl, me besa dulcemente.

— Espero que sigas teniendo fuerza para jugar.

— Sabiendo que tú estás ahí tengo motivación para correr tres maratones— ambos reímos y vuelve a besarme.

— Me voy ya— comienza a alejarse tras besarme de nuevo.

— Eh— le llamo, el se gira ya en la puerta— yo también te quiero— le respondo a su anterior declaracion, el sonrie como un niño enamorado y desaparece por la puerta.

Ha sido mejor de lo que esperaba.

Fuera de juego || Eduardo Camavinga (1 y 2 parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora