Llego al despacho, y consigo aparcar después de dar muchas vueltas ya que a pesar de que el aparcamiento este vacío a excepción de un coche las columnas estaban dispuesta de una forma que dificulta bastante una actividad que debería de ser sencilla.
Bajo del coche y cojo mis cosas, aun no hay nadie allí, es temprano, siempre suelo ser la primera en llegar, aunque esta vez había sido por petición de mi jefe, Luis, el director de uno de los mejores despachos de abogados de Madrid, en el que llevaba trabajando 3 años.
Pase a la sala en la que se encontraban los ascensores para subir a la 15º planta en la que se encontraba el despacho de los socios, y si se me permite decir el mío también, ya que a pesar de llevar solo 3 años trabajando allí me había ganado el puesto de socia minoritaria como nadie.
—Bonjour – oigo una voz al entrar a la sala, no me había fijado en la presencia de dos hombres de piel oscura.
— Buenos días—contesto, había sido el más alto el que me había hablado, vestía gafas de sol y un gorro que le cubría el pelo, como si no quisiese que nadie le reconociese, es por eso que su acompañante le mira con gesto raro al haber llamado mi atención, uno de los ascensores llego.
—¿Quieres subir?—me pregunta el chico de nuevo, con un acento francés muy marcado.
—No, gracias, estoy esperando algo – sonrio para no parecer desagradable y este me devuelve la sonrisa. Estaba esperando que Luis me avisase ya que me había dicho que no podía llegar hasta que lo tuviese todo listo, lo cual me tenía bastante intrigada, mi relación con él es bastante buena, no es el típico abogado que se ve en las películas que solo le importa ganar, se preocupaba bastante por todo aunque también tenía su carácter y es por eso que era tan bueno en su trabajo.
Tras unos minutos decido subir y pasar primero por mi despacho, de nuevo llega el mismo ascensor que había dejado a aquellos hombre en alguna de las 30 plantas de este edificio, subo y me invade un intenso olor a colonia, la colonia de hombre siempre había sido una de mis mayores debilidades, por algún motivo no pude parar de pensar en aquel chico, ¿de que se estaría escondiendo?, ese pensamiento me acompaña hasta llegar a mi despecho.
A penas he tenido tiempo de servirme un café cuando mi móvil vibra, Luís me avisa de que ya está listo, así que me dirijo a su despecho que esta justo en la otra punta del pasillo, ya empieza a verse más gente por la oficina, las recepcionistas siempre suelen llegar antes que el resto de abogados, para tenerlo todo a punto, este lugar funciona como un reloj, todo en perfecta sintonía, es lo que más amo de mi trabajo, el orden y la estructura.
Llegue a mi destino y desde la pared de cristal pude ver a Luís junto a Florentino Pérez, presidente del club de futbol más importante del país, al que representábamos y junto a él los dos chicos a los que había visto en el ascensor, pero esta vez sin gorro ni gafas, Luís parece percatarse de mi presencia así que se levanta a abrirme la puerta, lo que hace que el chico me mire y una sonrisa se instala en su rostro, no dudo en devolverle el gesto.
Si hubiese sabido todas las consecuencias que tendría aquella sonrisa.
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Fuera de juego || Eduardo Camavinga (1 y 2 parte)
RomanceUna prestigiosa abogada que no cree en el amor, hasta que uno de los futbolistas más reconocidos del país se cruza en su camino. Dos mundos totalmente diferentes y condicionados por el que dirán. Una historia de amor o desamor, ¿te atreves a descub...