CAPITULO 8

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Ashley

No me esperaba verle y mucho menos que quisiese hablar conmigo, pero ¿yo quiero hablar con el?... me quedo mirándole unos segundos, pienso en lo que dijo Isa, Cam y Alex y supongo que sí que tenemos que hablar.

— Solo si es para arreglarlo— parece aliviarse, no voy a seguir perdiendo tiempo ni energía en discutir.

— Lo es.

— Está bien, pasa — me hago a un lado para que entre en la habitación, entro tras el, y no puedo evitar ponerme nerviosa— Tu dirás— cierro la puerta tras de mi, trato de fingir seguridad.

— He estado pensando en lo que dijiste antes— para un segundo, no deja de mirar el suelo— y no se... supongo que tienes razón, bueno no lo supongo, lo se.— me sorprende que haya sido tan directo— he pagado contigo todo lo que he hecho mal en este tiempo, no supe hacerlo bien y lo siento muchismo, no debí haberme ido de allí de esa forma, y me he arrepentido de ello cada minuto desde que lo hice, porque de verdad te quería y te perdí, y lo siento— esta vez si me mira a los ojos — se que ya nada puede ser igual, pero me gustaría que pudiésemos ser amigos, o no se al menos llevarnos bien... — parece que va a seguir hablando peor decido que ya es suficiente.

— Gracias, de verdad, por esto, necesitaba que esto se aclarase, yo también lo siento, no me gusto como acabo todo, creo que tuvimos un amor corto pero bonito— ambos sonreímos tristes— y nuestras familias son muy amigas, si creo que lo más sensato es que podamos ser amigos como dices.

Nos miramos de nuevo, pero a pesar de las buenas noticias la mirada de ambos sigue triste porque supongo que enterrar el hacha de guerra es enterrar también lo que fuimos y esa idea no parece gustarnos a ninguno.

— Pues supongo que ya está

— Eso parece

— Me voy entonces— dice abriendo la puerta.

— Espera— le freno, me mira sorprendido, no se esperaba que le llamase de nuevo, era obvio mi respuesta tampco ha sido muy sentimental, pero hay cosas que no pueden expresarse con palabras, y lo que siento por él es una de esas cosas.

Me acerco a él, pego mi cabeza a su pecho, rodeó su espalda con mis brazos, al principio se sorprende, pero luego responde a mi gesto, noto sus manos sobre mi cintura, y toda mi piel se eriza ante ese pequeño contacto que tan bien conozco.

No sé cuánto tiempo estamos así, unidos sin decir absolutamente nada, pero no me parece suficiente cuando alguien llama a la puerta.

— Mierda— oigo que dice separándose delicadamente de mi— nos vemos luego— dice abriendo la puerta y dejando entrar a una mujer que supongo que será la madre de alguno de los niños.

— Hola— dice cuando ve a Edu, este la ignora, y se va bastante nervioso— Ui ¿he interrumpido algo? — dice mirándome, al parecer yo también debo parecer nerviosa.

— Nada, no te preocupes soy Ash— digo presentándome.

Camavinga.
Volver a tenerla en mis brazos es algo que no pensé que volvería a experimentar, pero me encanta volver a sentirla de esta forma y es por eso que odio a quien acaba de interrumpir este momento llamando a la puerta.

— Mierda— no puedo evitar que se me escape, me separo de Ash lentamente, porque me duele cada centímetro de distancia que se abre entre nosotros.

Abro la puerta y me voy sin ni si quiera saludar a la mujer que se encuentra al otro lado, estoy demasiado abrumado por la situación.

Vuelvo a la cama de mi habitación, y miro el techo de la misma forma que lo hacía hace solo una hora, pero esta vez con una sonrisa, porque parece que la calma a vuelto,  o al menos una pequeña tregua.

Fuera de juego || Eduardo Camavinga (1 y 2 parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora