15. ¿Callarte con un beso o un puñetazo?

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Knox.

Nunca había estado tan jodidamente furioso como cuando vi al cabrón de Adam besar a Chiara. Fue desagradable, horripilante a decir verdad. Él no debería poder poner sus asquerosos labios sobre los puros de Chiara.

Quería lavarme el bendito cerebro, y eliminar esa escalofriante escena de mi cabeza. Me estaba atormentando, era una pesadilla. Al igual que fue una pesadilla mi conversación con ella, hacía una hora.

—Hola, Knox Knoxito —canturreó Charlotte, cayendo junto a mi.

No le respondí. No estaba en el jodido humor de hablar con ella.

Detecté lo que hizo cuando llegaron Adam y Chiara, al decir la estupidez de que hacían buena pareja y quien sabía que idioteces más, Charlotte me miró, evaluando mi comportamiento.

—¿No me vas a hablar? —se replicó a sí misma—. ¿Por qué tienes esa cara tan larga?

La encaré, de mala gana.

—¿No tienes a alguien más a quien molestar, Charlotte?

Divertida, entornó sus ojos hacia mi.

—No, Archer tiene menos paciencia que tú y no me entretiene molestar a alguien al que todo le da igual, y las chicas se quedaron dormidas hace un rato.

Chiara, de nuevo.

Joder, ¿qué mierda tenía que hacer para sacármela de la maldita cabeza?

—¿No te parece que Chiara y Adam hacen una pareja hermosa?

Si lo de antes no me había dejado claro su intención, esto lo hizo. E incluso sabiéndolo, una rabia burbujeó en mi sangre.

Verla a ella con él siempre era desagradable para mis pobres ojos y al mismo tiempo me producía furia, porque no sabía por qué seguía con él.

Ese mañana cuando él la besó delante de nosotros, con su imbécil intención de demostrar que era suya, el grado de impaciencia y repulsión hizo ebullición dentro de mí. Y como no era cosa rara los últimos días, tuve unas ganas tremendas de agarrar al bastardo de Adam y romperle la boca para que más nunca estuviera encima de la de ella.

O tomarla yo mismo y besarla frente a él, y demostrarle de una vez por todas cómo es que te besen de verdad.

Otra razón por la que quise golpearlo fue por lo incómoda que se vio ella en cuanto él le dio el estúpido beso. Si la conociera un mínimo ápice, sabría que Chiara odiaba la demostraciones de afecto en público. Abrazos, besos, palabras cursis, todo ello no se llevaba bien con ella.

Los abrazos, que se podía decir que era con lo que más se podía llegar a sentir cómoda, los daba solo a personas de confianza; como sus amigos, y a pesar de eso, no eran usuales.

—No —respondí, en este punto sin importarte un mísero centavo ser honesto.

—¿Ah no? Yo creo que son la pareja perfecta. ¿Te imaginas cómo van a salir sus hijos? Con cabello oscuro y ojos azules o verdes, y con esos preciosos...

—Ellos no van a tener ningún hijo juntos, Charlotte —le corté, girando la cabeza hacia ella.

—¿Quién dice que no? Quizás hasta ya están experimentando el proceso de práctica.

El corazón de Knox © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora