39. Love story

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Little did I know
That you were Romeo, you were throwin' pebbles
And my daddy said, "Stay away from Juliet".

Love Story, Taylor Swift.

Dante.

Cuando uno se convierte en padre, la única cosa que sabe con total certeza es que siempre querrá y deseará lo mejor para sus hijos. Ciertamente yo quería las mejores cosas para Chiara, por ello, cuando conocí a Adam, no terminó de convencerme su actitud o su trato hacia ella.

Chiara era una adulta si de edad queríamos hablar, sin embargo, para mí seguía siendo mi niña, la misma niña que corría por la casa descalza con su vestido favorito de princesa.

Antes de que Jazmín quedara embarazada, leí múltiples libros de paternidad, incluso maternidad, porque quería ser el mejor padre para ella, darle más amor del que alguna vez tuve y mejor cuidado del que me dieron a mi y a mi hermano, y ninguno, carajo, ninguno me preparó para lo que acababa de pasar frente a todos.

Que ella lo presentara frente a toda la familia ya era un paso más que significativo, sobre todo considerando que conocía y a mi hija y que sabía que si algo era importante para ella; nos lo decía. A Chiara le importaba Knox. Y de cierta manera, estaba feliz por ella. Ella soñaba despierta con el amor, me preguntó muchas veces como era estar enamorado y si era igual que en los cuentos que le encantaban, se pasaba horas haciéndole preguntas a su madre sobre nuestra historia.

Lo único que no lograba comprender, era que esa persona fuera Knox.

No pensaba mal sobre él, pero dado su historial era la última persona que me imaginaba como un complemento para mi hija. Porque al final de eso se trataba estar en una relación, de hacerse compañía y ser el complemento perfecto del otro, cosa que aprendí con los años que llevaba junto a mi esposa y que demostré en cada libro que escribí luego de conocerla. Por esa razón, tenía miedo de que ella pudiera salir lastimada.

Knox podía lastimarla y aunque odiaba la violencia, iba a meterle un puñetazo por hacerle daño a mi pequeña.

—¿Cuáles son tus intenciones con Chiara? —le pregunté, sentándome en la silla detrás del escritorio.

En esa oficina solía escribir cuando nos encontrábamos de vacaciones.

Knox me dio una mirada desde el otro lado. Desde que llegamos había intentando estar con algo en medio de nosotros como barrera. Él lucía aterrorizado y no pensaba decirle que se calmara hasta que escuchara que sus intenciones con mi hija eran buenas.

—Esa es una pregunta algo capciosa, ¿no crees? —respondió, su sonrisa algo inestable.

—No, de hecho es una pregunta bastante directa y te agradecería que la respondieras.

Le había cambiado los pañales a ese chico, carajo, lo había cuidado y estuve ahí cuando dio sus primeros pasos. Era como otro hijo para mi, o lo era hasta que me dijo que estaba con mi hija, entonces ese pensamiento de paternidad sobre él quedó inmediatamente descartado.

—Bueno —Se pasó una mano por la nuca—. Me gusta Chiara, mucho. Y no tengo ninguna intención de herirla.

—Knox, Chiara es una adulta y lo que sea que ella haga lo aceptaré, sin importar que sea, ella siempre tendrá mi apoyo y el de su madre. Pero mi asunto contigo es diferente. Te tengo cariño, y sabes que tu padre es como un hermano para mi, pero si solo quieres pasar el rato y divertirte para luego ir con alguien más, te pido que seas sincero con Chiara al respecto.

—No es para eso para lo que la quiero, Dante —Su cuerpo se enderezó y subí los lentes en mi tabique, evaluándolo—. Sí es cierto que me divierto con ella, la pasamos bien, pero aunque no tengo ni una jodida idea de cómo haré para actuar bien todo el tiempo por ella, voy a hacerlo, cueste lo que cueste.

El corazón de Knox © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora