36. Labyrinth.

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Uh oh, I'm falling in love
Oh no, I'm falling in love again
Oh, I'm falling in love
I thought the plane was going down
How'd you turn it right around

Labyrinth, Taylor Swift.



🚀

Knox.

Dormí con Chiara.

No me refería solo al jodido sexo, que había sido el mejor de mi puta vida, sino a que había dormido con ella.

Se suponía que yo no me quedaba a dormir luego de follarme a alguien. No es por un algún estupido trauma de chico malo o una ridiculez parecida, solo que me gustaba mi espacio personal y detesto compartirlo. Sobre todas las cosas, mi cama. Razón por la que nunca me había quedado a dormir con nadie. Nunca en mi vida.

Ni siquiera con mi ex novia. Una vez terminaba el sexo, yo me iba a mi apartamento, o dormía en otra habitación. A ella nunca le importó y a mi tampoco.

Anoche algún jodido suceso nuclear o astrológico debía haber alterado nuestra realidad, porque, ¿en que retorcida realidad dos personas que antes no se aguantaban habían terminado como nosotros?

Cada vez que recordaba el hecho de que Chiara me había dejado ser su primero, mi corazón latía con una fuerza incómoda y preocupante. Joder, pensar en que ella me permitió eso cuando sabía que le daba demasiado importancia, me tenía la cabeza vuelta un lío.

Había crecido con Chiara y la había visto rechazar insinuaciones de los puñeteros calientes y sin cerebro de quince años, (y no es que yo hubiese sido muy diferente, pero al menos tuve cerebro), y haber hablado con Violet sobre lo importante que era para ella el tener su primera vez.

Yo nunca pensé así. El sexo solo era sexo. Algo normal entre los humanos y animales, pero nada que tuviera que significar algo más. Pero, para ella sí, y maldita sea, era un jodido idiota porque de nuevo, por primera vez, el bastardo corazón me estaba asustando con lo que estaba sintiendo.

El sexo era sexo. Era la regla.

Pero con Chiara no era solo simple sexo y ya. Era la excepción.

Giré mi rostro, mirando el suyo, que descansaba en mi brazo y la tapé más con el edredón. Chiara prefería el calor antes que el frío. Me había burlado por ella toda nuestra juventud, porque nadie prefería eso. Pero ella se defendió diciendo que su padre era así también. Tragué con fuerza. Pensar en su padre me cagaba de miedo. Dante era una excelente persona y nunca lo había visto ser grosero con nadie, además trataba a Chiara como si fuera de alguna dinastía. Sin embargo, no era un idiota olvidadizo, y sabía que sí tuvo cara de querer matar a Adam cuando se apareció sin que nadie lo quisiera ahí, así como nadie lo quería en general.

El padre de Chiara me conocía. Ese hombre me había ayudado a aprender a nadar por el amor a Cristo, me había enseñado a jugar fútbol, habíamos jugado ajedrez cuando me quedaba en su casa, me había recogido del colegio cuando mis padres no podían pasar mi, y joder, hasta me había cambiado los pañales. Esto era distinto en todos los aspectos.

Me podía matar si sabía lo que había estado haciendo con su hija.

Y lo más probable era que Isaac, el padre de Charlotte y Archer, se iba a quedar a un lado riéndose mientras me daba una paliza. Ni siquiera mi padre iba a interferir.

Mi respiración pasó de ser ligera a pesada, y sabía que necesitaba ir al baño a calmar mis estupidos nervios. Hice todo lo que pude para no despertar a Chiara y me alejé. Me pasé una mano por la cara frente al espejo, y me la lavé. Mis manos picaban por hacer algo y necesitaba moverme, pero no iba a salir de la habitación. Cuando volviera, sería Chiara quien me iba a cortar las pelotas porque conociéndola iba a pensar que me había escapado.

El corazón de Knox © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora