33. So it goes.

30.3K 1.6K 819
                                    

I'm yours to keep
And I'm yours to lose
You know I'm not a bad girl
But I do bad things with you
So it goes.

So it goes, Taylor Swift

Chiara.

Luego de un largo día, en donde había tenido varios exámenes en la universidad y mucho trabajo en el laboratorio, por fin pude quitarme los zapatos y tirarme el sofá sin importarme más nada en el mundo. Cada vez estaba más agotada y aunque me encantaba mi carrera, y estudiar en general, ansiaba que por fin llegaran las vacaciones navideñas. Por suerte ya solo faltaba un mes, y luego podría dormir más de cuatro horas seguidas.

—¿Un día complicado? —Escuché la voz de Knox mientras salía de su habitación.

—Ajá —murmuré sobre el cojín, con los ojos cerrados.

Desde que volvimos de nuestro viaje, hacía dos días, apenas nos habíamos topado. Y lo peor era que no nos estábamos evitando, solo se trataba que ambos estábamos tan ocupados que éramos esclavos de nuestras responsabilidades. Hasta él que se levantaba a las cuatro la mañana, se quejaba de que no le alcanzaba el día para todo lo que debía hacer.

Un segundo más tarde sonó el timbre del piso, y pronto escuché una voz desconocida. Mi curiosidad le ganó a mi cansancio, y me levanté un poco para mirar al recién llegado.

Me encontré con un hombre de ojos verdes, vestido con una chaqueta verde militar y unos pantalones a juego. No había que esforzarse mucho para saber que era modelo. Su mirada se estrechó al verme, y luego su rostro se partió con una sonrisa seductora.

—Hola.

—Hola —respondí, divirtiéndome con el ceño fruncido de Knox.

—Ni se te ocurra —le advirtió Knox en voz baja y de mala gana.

—¿Tienes algo que hacer? —Lo ignoró por completo y se acercó más, despreocupado y mirando su alrededor.

—Dormir —Le di mi sincera respuesta.

—Ven con nosotros, vamos a cenar.

—Ella no quiere ir, Zane.

Fruncí mi nariz, incómoda con que Knox asumiera delante de los demás qué quería o no hacer.

—De hecho, sí quiero.

No quería, pero él ni siquiera me había preguntando, sino que asumió como si tuviera algún derecho y por alguna razón que los demás tomaran decisiones por mi, me ponía de un mal humor suficiente para volverme una testaruda.

Hice caso omiso al rostro molesto de Knox y me fui corriendo a mi habitación, vistiéndome y arreglándome rápido. Apliqué algo de maquillaje, me solté el cabello y me puse un pullover blanco que me llegaba hasta las rodillas, un suéter cuello tortuga negro debajo y unos zapatos planos del mismo color. Por ultimo agregué un labial, y salí de vuelta a la sala.

La mirada de Knox estuvo sobre mí en todo momento, quemándome y queriendo consumirme. Por dentro, muy dentro, el calor comenzaba a crecer y yo quería apagar ese fuego, lanzándome en los brazos de Knox y perdiéndome en sus besos aunque fuera un jodido idiota por querer decidir por mí y esperar que lo aceptara.

Zane me observó, y la alzó ambas cejas, aparentemente complacido.

—¿Tienes novio? —preguntó de repente.

—No.

—¿Entonces estás disponible?

Knox se interpuso entre nosotros y se apresuró a hablar, un tono lento y lleno de una advertencia oscura:

El corazón de Knox © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora