37. Maroon.

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The burgundy on my T-shirt when you splashed your wine into me
And how the blood rushed into my cheeks, so scarlet, it was
The mark you saw on my collarbone, the rust that grew between telephones
The lips I used to call home, so scarlet, it was maroon.

Maroon, Taylor Swift.

🧪🧪🧪

Chiara.

Aunque ya no estaba Violet cerca para reunirnos las tres y cenar y charlar, el viernes por la noche, Charlotte y yo estábamos en mi piso, frente a la mesa en el centro de la sala. Encima de esta estaba esparcida la comida China que habíamos pedido para cenar, y en mi computadora, estaba la videollamada con Violet.

Violet acababa de terminar de contarnos cómo era la nueva empresa para la que trabajaba, y la altas expectativas que tenían sobre ella, cuando aproveché de preguntarle:

—¿Todavía dices que no vendrás en navidad?

Charlotte levantó la mirada de su plato, y la razón por la que no había hablado tanto era porque estaba comiendo, y ella detestaba a la gente que comía con la boca abierta.

—No, lo siento —Hizo una mueca, disculpándose—. Estoy muy ocupada y sinceramente no creo que ir sea la mejor idea.

—Si el año que viene tampoco quieres venir, nosotras iremos —dijo Charlotte—. El trío dinámico no es el trío dinámico sin ti.

Violet sonrió.

—Tienen a Knox, él puede ocupar mi lugar mientras no esté.

—Puaj —Charlotte fingió estremecerse—. No, no pienso aceptar a Knox en nuestra sociedad secreta, es dolor de trasero.

—Puedo escucharte, Charlotte —La voz de Knox nos hizo saltar en nuestros lugares.

Tenía la llave en la mano, así que acababa de llegar.

—Acaba de aparecer el diablo —susurró Charlotte y luego lo miró—. Y no importa si me escuchaste, no estoy diciendo nada que no te diga en la cara.

Ignoré su pequeña discusión, la que sabía que no era en serio, solo para mirarlo.

Mi corazón enloqueció, con los latidos descontrolados resonando por todo mi cuerpo. Y todo empeoró cuando Knox me miró y me guiñó un ojo. Mi boca se secó, y me costó mucho trabajo no ponerme de pie y besarlo.

El último mes había sido de ensueño, todo tan increíble que me sentía como en los cuentos de hada que tanto había y seguía amando leer.

Knox me ayudaba a estudiar, a pesar de que él tenía tantas cosas que hacer. Se sentaba al lado, tomaba mi libro, y leía conmigo lo que tenía que aprenderme. Me ayudaba con los ejercicios matemáticos y los de química, aunque no era lo que debía estudiar para su carrera, se aprendía lo de la mía, y si había algo que no lograba entender, él me explicaba.

A veces acudía a mí para algún problema de física o la matemática que él veía, que era algo distinto a la mía, sin embargo, así como él me ayudaba aprendiéndose lo mio, yo siempre que él necesitaba, me aprendía lo suyo.

Los fines de semana, cuando no salíamos a alguna cita, como el cine, ir a patinar, ir a museos, o a cenar, nos quedábamos en casa, y nuestra actividad favorita era jugar a quien podía ser más inteligente. Ya fuera haciéndonos preguntas de cultura general, ejercicios matemáticos, trigonometría, y todo lo que se nos ocurriera. Luego, de alguna manera terminábamos en el suelo, en mi cama, en la suya, y en cualquier superficie que estuviera a nuestro alcance, para terminar acostados juntos, hablando sobre cualquier cosa.

El corazón de Knox © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora