46. The way I loved you.

15.2K 1.1K 137
                                    

Chiara.

Al final había decidido salir con Violet y con sus amigos, necesitando dejar de estar sentada mientras lloraba y comía helado de menta y chocolate. No puse mucho esfuerzo en arreglarme, opté por un suéter marrón, una falda y botas del mismo color, y encima un o pullover beige. Me até el cabello en una coleta alta y agregué un brillo labial antes de reunirme con Violet en la sala.

Ella, por otro lado, llevaba un vestido midi corto blanco y unos tacones plateados.

—Buena elección de outfit —masculló, curvando sus labios—. Mis amigos están abajo esperándonos.

Asentí, tomando mi bolsa y metiendo mi billetera. Dejé mi celular, encontrando innecesario llevármelo conmigo. Ya había hablado con la dueña del laboratorio y aunque estaba mal mentir, le dije que estaba enferma y que faltaría unos días. Ella fue tan compresiva que casi quise decirle que era una mentira. En cuanto a la universidad, tenía varios trabajos para esa semana, pero podía enviarlos online, de modo que eso haría. Esa madrugaba había empezado a hacer el primero, con la laptop de Violet.

Hacer trabajos o estudiar con el corazón roto era un infierno.

Pero mi carrera y mi futuro seguía siendo más importante que mis sentimientos; de modo que no iba a dejar de hacerlos solo por cómo me sentía.

Sentí mi corazón hecho pedazos subiéndome a la garganta mientras Violet abría la puerta, deseando que Knox estuviera ahí y al mismo tiempo deseando que no. Era confuso, ni siquiera yo podía entender mi cabeza esos días.

Quería verlo para que me dijera todo lo que quería escuchar, pero también quería que no estuviera allí para no tener que afrontar la realidad. Quería que me besara hasta que me hiciera olvida, pero tampoco quería verlo.

Era un desastre.

Knox no estaba por ningún lado y volví a calmarme, siguiendo a Violet hacia abajo, en donde había un grupo de cinco personas. Tres nombres y dos mujeres, y supe que eran modelos que trabajan con Violet porque eran perfectos físicamente.

Descubrí que también eran agradables y divertidos y en el camino hacia al lugar de destino me hicieron reir dos veces.

—Violet nos ha hablado mucho de tu —Jérémie, un hombre con piel morena, ojos verdes aceitunados y rizos suaves me miró.

—¿En serio? —repliqué, dándole un vistazo.

—Sí. Dice que no hay nadie tan inteligente como tú.

—Es probable que sea cierto —medio bromeé, feliz de tener una conversación ligera.

—Lo que no dijo es que fueras tan hermosa.

—Oh, gracias —musité en medio de una risa incómoda—. ¿Tú a qué te dedicas?

No le preguntaba con la intención de coquetearle, lo hacía porque necesitaba que la conversación dejara de ser sobre mi.

Jérémie me contó sobre su empleo como modelo y me habló de su hermana, que mantenía él desde que sus padres murieron desde que tenía quince años. Lo escuché atenta, hasta que mi atención fue captada por algo más.

A unos metros de distancia, frente a la torre Effiel había una pareja besándose. El hombre era muy alto, y la mujer llevaba un vestido blanco con destellos negros y una boina roja.

Tragué con fuerza, y me ardió la parte posterior de mi rostro. Respiré varias veces, negándome a pensar en Knox y lo que había pasado. Y luego continuamos caminando hasta que llegamos a la pequeña disco. Las luces estaban apagadas y los colores salían de los reflectores mientras la música hacía eco en mis oídos. Jérémie habló con uno de los hombres grandes que estaban repartidos en el lugar y más tarde nos llevaron a una mesa en una parte sin techo, en la que la música apenas se escuchaba y teníamos la plenitud de la ciudad frente a nuestros ojos.

El corazón de Knox © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora