EXTRA #3

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Chiara.

Estaba asustada, más asustada de lo que había estado en toda mi vida. Llevaba mucho tiempo sin tener mi periodo, pero no le había dado mayor importancia ya que era algo que solía pasarme por el estrés del trabajo, así que esperé y ahora, luego de dos meses, empecé a pensar que existía una posibilidad que estuviera embarazada.

Knox y yo no habíamos hablado de tener hijos en ese momento. Aunque ya habíamos cumplido todo lo que acordamos antes de tomar la decisión de ser padres, no lo planeamos, en absoluto.

Ese día había tomado el día libre de mi laboratorio, de modo que cuando Knox se fue a trabajar, fui a la tienda y compré cinco pruebas de embarazo. En cuanto volví a casa, saludé a Neil y me dirigí a mi habitación. Una vez estuve en ella, me senté en la cama. Estaba aterrorizada.

Nunca fui cercana a los niños, no tenía esa habilidad de hacerlos reír y cargarlos sin que lloraran. ¿Cómo podría ser madre?

Oh Jesús.

Claro que quería una familia con Knox, imaginarme a un bebé con cabello rubio, me aceleraba el corazón. Pero ser madre no era solo encontrar a tu hijo adorable, era saberlo cuidar, saber por qué lloraba, cuando tenía hambre. ¿Cómo iba a saber eso?

Antes de poder darme cuenta de lo que estaba haciendo, llamé a mi madre en una videollamada. Su cara apareció al instante. Estaba sentada en un escritorio, vestida con un traje negro y su cabello recogido. Estaba trabajando y de inmediato me arrepentí de haberla interrumpido.

—Hola, mi pequeña, ¿cómo estás? —espetó, dejando los papeles a un lado y mirándome.

—¿Estás muy ocupada? Puedo llamar más tarde.

—Para ti nunca estoy ocupada. ¿Está todo bien?

Tomé una bocanada de aire, la ansiedad latiendo en mi pecho.

—Creo que estoy embarazada.

Mi madre se quedó de piedra, observándome. Luego pestañeó, seguramente repitiendo mis palabras en su cabeza.

—¿Te hiciste una prueba?

—Por eso te llamaba. Quería que me acompañes —Levanté las pruebas.

Mi madre asintió, intentando mantenerse serena, pero sabía que la idea de ser abuela le encantaba.

Fui al baño, dejando la laptop en la cama. Mis manos temblaron mientras seguía las instrucciones, y mi boca se secó. Me hice todas las que compré, solo para estar segura, y de todos modos, luego me haría un examen de sangre para estar segura. Con las piernas sintiéndose como una gelatina, busqué mi laptop, poniéndola sobre el lavabo del baño.

—Estaba nerviosa cuando me di cuenta de que podía estar embarazada —confesó—. Me costó mucho poder tenerte, y cuando vi que la prueba era positiva fui la persona más feliz. Pero ser madre es una decisión, y si no es lo que quieres, no debes serlo.

Me agarré de los costados del lavabo de mármol, sintiendo pánico. Tenía emociones encontradas, y no podía pensar con claridad.

—Lo que quiero decir es que, lo que vayas a hacer, que sea lo mejor para ti. Es tu cuerpo, y solo tú tienes la decisión.

Lo sabía, como también sabía que Knox pensaba igual a mi madre, porque me lo había dicho más de una vez.

—Gracias —musité, tan ansiosa que no agregué más nada.

Mi madre y yo nos quedamos en un silencio expectante, hasta que los minutos pasaron y fue el momento de mirar las pruebas.

—Ya debo mirar —hablé, respirando profundo.

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⏰ Última actualización: Jun 01 ⏰

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El corazón de Knox © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora