19. Cena inesperada

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Knox.

Archer tenía la estúpida mirada de sabelotodo pegada en su cara, mientras bebía de su vaso de whisky, recostado de la barra. Engullí lo que quedaba de mi trago, que desde luego no era whisky, porque no tenía jodidos cincuenta años e intenté ignorar su escrudiño.

—¿Qué haces aquí? —espetó, entrecerrando los ojos.

Le di una mirada seca.

—Estoy celebrando tu cumpleaños y el de Charlotte, idiota.

Las esquinas de los labios de Archer se elevaron.

—No en el bar, aquí sentado —aclaró—. Hace dos semanas hubieses estado con alguna mujer dos minutos después de haber llegado.

—Estoy contigo, ¿no es lo mismo? —repliqué, dándole una sonrisa de labios cerrados.

Él sorbió otro trago, ignorando deliberadamente mi comentario.

—¿Cómo estuvo la noche de ustedes dos? —inquirió, haciendo un movimiento de barbilla hacia Chiara, quien estaba con Violet y Charlotte bailando en el centro del lugar.

—Creí que en cualquier momento iban a asesinarme. Y no, aunque te cueste creerlo, esta vez mi asesina no iba a ser Chiara, sino los dueños y empleados salidos de un manicomio —resoplé—. Y una adolescente me besó.

Me dediqué a contarle toda la extraña y jodida situación a Archer, y el muy idiota lo que hizo fue reírse. Su risa duró menos de cinco segundos, como eran todas sus risas, pero aún así podía verlo divirtiéndose a lo grande.

Chiara y Charlotte llegaron a nuestro lado, sudadas y con las mejillas enrojecidas, interrumpiendo nuestra conversación. Mis ojos se detuvieron más del tiempo debido en Chiara.

Ese maldito vestido.

No había una jodida manera de que Chiara se viera mal, pero cristo, esa noche era deslumbrante con aquel vestido verde de mangas largas y escote en la espalda. Sus largas piernas, por otro lado, estaban cubiertas por medias para mantenerse en calor, aunque había calefacción en el bar, y unas botas altas que le llegaban a las rodillas solo me daban ganas de separar sus piernas y meter mi mano entre ellas.

—¿Y Violet? —pregunté, frunciendo el ceño.

—Nuestra pequeña Violet por fin está en su hora feliz —gritó Charlotte—. Bien por ella, ya era hora. Oh, qué buena rima.

Archer y yo giramos para verla, y tal y como mencionó Charlotte, Violet se veía feliz bailando con un chico alto y con cara de niño amable. Parecía ser su tipo.

—No lo conoce —señaló Archer, con su cuerpo tenso.

—Oh no te preocupes por eso, ya está a punto de conocerlo. Y muy bien —Charlotte movió las cejas. Su atención se centró sobre el bartender—. Dos mimosas más por favor.

En un momento Archer estaba con nosotros y al otro estaba cruzando el espacio hasta dar con Violet. No hice nada para esconder mi sonrisa al tiempo en que veía lo que se desenvolvía.

—¿Qué diablos hace? —preguntó Chiara, confundida e indignada.

No tenía ni puta idea, y a juzgarlo por la misma expresión del propio Archer, él tampocó. Violet se quitó su mano de encima y por primera vez vimos cómo su rostro se enrojecía.

El corazón de Knox © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora