La cabeza de Inui estaba en blanco. No mostró expresión alguna, ni se mostraba aburrido, ni llorando, ni
sufriendo, y mucho menos con placer.. Parecía un hombre muerto, siendo afirmado de brazos y piernas mientras era grabado por South,
quien parecía disfrutar el cuerpo de Inui.
No debía negarse.. Dolía, pero su mente no lo dejaba procesar bien el dolor o más bien, no le dejaba procesar bien la situación.La mente de Inui siempre fue así, le
prohibía sentir muchas cosas como
dolor o tristeza, esta era realmente
inmune a esas cosas, al menos por un tiempo.. Luego todo quedaba
acumulado y explotaba en donde
quisiera, provocándole grandes llantos a Inui junto a explosión de miles de emociones distintas.. No podía reaccionar de otra forma, su cuerpo ya había sido creado así y le terminaba por permitir no mostrar ni sentir dolor en el instante, pero luego soltaba todo....
Los niños solían ser los mejores para probar en ellos. Las ratas ya habían pasado de moda o al menos eso decían aquella familia que se dedicaba a crear nuevas drogas, pero claro, debían probarla antes de lograrla.
Conseguir niños era fácil, pues solían andar de aquí para allá solos y claro, sin padres a la vista.. Unos totales despreocupados.— ¿Funcionó?
— Murió luego de las alucinaciones.
Tres etapas cumpliría la droga. Alucinaciones, miedos.. Mayormente podrían morir algunos de mentes débiles gracias al miedo que su mente misma provocaba, haciendo que para librarse de aquel terror, se suicidaban. Aquello duraba 24 horas, 24 horas de simples alucinaciones. El mayor miedo de cada uno, sobresalía en este instante.. La segunda etapa era la rabia. Junto a las alucinaciones recientes, se podría ocupar para matar a alguien sin piedad, pues le tendrían miedo hasta su sombra, provocando la necesidad de matar a cualquier persona que se mueva.. Darle un arma a esa persona, terminará matando a 10 el solo. Duraba 3 días aquella situación.. Los días sangrientos. La tercera etapa es la sumisión, perfecto para usar como quisiera a cada persona pues solamente lo haría, aunque su cuerpo pareciera desconectado de todo.. Un muñeco perfecto, para las mentes más perversas.
— Ah.. Hijo, mira.
Un hombre, algo anciano ya. Tenía su gran familia de 6 hijos, siendo el que tenia en brazos el menor de solamente 12 años.
Le mostraba todos aquellos niños amarrados. Algunos agonizando debido a que habían sido inyectados con la misma droga.— Todo esto será tuyo. ¿No te parece increíble?
Algunos niños amarrados de pie a cabeza, siendo examinados para notar sus cambios y ver que le hacía falta a su creación para mejorar.. Mucho no le faltaba, a decir verdad. Estaban llenos de alucinaciones, mounstros por toda su cabeza.
Los otros niños sin nada, simplemente estaban amarrados tal cual perros en una cama. Algunos lloraban, otros se abrazaban entre sus propios cuerpos, otros simplemente no hacían nada.— Un hombre poderoso. A tu madre le hubiera encantado verte como un gran hombre en un futuro, en grandes negocios.
Odiaba que mencionaran a su madre. Le dolía el corazón con gran fuerza, pues su madre era quien realmente quería, y le mostraba cariño.. Gran cariño. Sus hermanos parecían verlo como una pequeña mujer, y su padre solo como un heredero más para su gran creación.
— Supongo que si.. A ella le hubiera gustado.
— Te pareces a ella.. — Acarició su cabello. — Cuando recién nos casamos. Son realmente parecidos.
El pequeño no respondió. Solo se mantuvo callado pues no le gustaba hablar del tema, ni del negocio, ni nada de eso pero claro, era su familia y seguiría sus pasos a la perfección, para ser un hombre con gran poder aunque eso no fuera lo que el quisiera, aunque odiara a su familia con su vida pero bueno, era su familia. No tenía nada más.. Pero ellos, solo le recordaban aquella horrible noche.
— Iré a mi habitación. — Bajó de los brazos de su padre.
— Claro, ve.
Sonrió con suavidad observando como su hijo se iba. Mientras la sonrisa se veía en uno, las lágrimas en otros.
— Es un gran niño.. — Sonrió, observando a aquel niño irse. No era una sonrisa tan sana, claro.
— Por supuesto, Hanma. Será mi gran orgullo, y espero tu estés ahí cuando el crezca. — Lo observó. — Tu padre, que en paz descanse, me dejó a un gran hombre a mi lado.
— Encantado de estar aquí.. Joven. — Relamió sus labios, viendo los cabellos del niño moverse.
— Si esto funciona, tendremos un gran negocio con Kazuma.
El niño, por su parte se dirigió a su habitación. Las lágrimas corrían constantemente, pero se las limpiaba de forma inmediata para evitar ser visto así pues era de su gran desagrado verse así, ya que quería verse fuerte.. Invencible.
— Ow, la pequeña niña está llorando. — Lo cargó.
— Suéltame.. No me toques. — Frunció el ceño, mirando para otro lado.
— Soy tu hermano mayor, no me hables así. — Lo colocó en su hombro, caminando.
Nunca se sintió seguro en su casa. Apenas de su propio padre se sintió seguro en ese lugar, y a pesar de ser bastante ágil en varios aspectos, no pelearía contra sus hermanos. Era imposible hacerlo, pues si el mismo estaba entrenado, sus hermanos estaban el doble de entrenados y lo matarían en un segundo.
— ¿Qué quieres?
— Pasar tiempo con mí hermano, ¿no puedo? Estoy realmente aburrido.. — Suspiró, comiendo una frutilla. — Come.
— No tengo hambre. — Rodeó sus ojos.
— Come, idiota.
Aquel chico de 17 años, era el que seguía luego. Su nombre era Kaito, quien era el que más estaba con el chico.
Kaito tomó una frutilla y lo metió en su boca, riendo con suavidad haciendo que comiera aquella frutilla.— ¿Ves? Está delicioso. — Sonrió.
— Que asco. — Escupió la frutilla.
— Que maleducado. — Empujó su hombro.
— ¿Qué hacen, niños?
Otro de los 6 hermanos que había. Kano, de 20 años.
— Solo tienes unos años mayor.. Jodete. Estoy con nuestro pequeño hermanito. — Le jaló la mejilla.
— Yut dice que tiene comida para nosotros.
Yut Lung. Si bien no era familia de sangre, era un niño de la familia china que tenia quien había caído huérfano y claro.. No podía dejar a ese pequeño solo.
Un joven chino de 24 años. Su edad no parecía su edad, pero sus facciones eran realmente hermosas.— ¡Ah! ~ esa belleza. Adelante, vamos a comer.. Sus manos son realmente de dioses.
— Maldito pervertido. — Dijó Kano.
Todos lo eran realmente. Todos eran unos reales pervertidos, dispuestos a cualquier cosa por una hermosa mujer, o un hombre con facciones femeninas también le agradaban. Una de las razones por las que el niño los miraba con asco.
— Vamos, Kisaki.
Continuará..
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Ese mundo..
FanficKoko, al ver que su intento de ganar dinero no funcionaba sus amigos le proponen la idea a Koko de prostituirse. Era un niño, a lo cual ganaría bastante dinero.