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Crystal Frost

El encuentro con Arin era lo único en lo que podía pensar. Su imagen era lo único que veía cuando cerraba los ojos y sus palabras lo único que se repetían en mi mente. Kael no estaba preocupado. No creía que algo pudiera destruir lo que él estaba construyendo.

Haciendo el mínimo ruido posible. Me levanté de mi cama intentando no despertar al hombre junto a mí. Kael había adoptado la rutina de dormir junto a mí, con la diferencia de que antes de que pudiera poner sus manos encima de mí, Once lo hechizaba hasta que caía en un profundo sueño.

Me puse una bata que encontré encima del sofá y caminé descalza hasta la puerta. No me sorprendí cuando vi a Once bien vestida y con una sonrisa alegre como todas las mañanas.

-¿Se ha despertado?

-No.-dije caminando en dirección a la biblioteca que Arin tenía en su oficina. No me preocupaba que nos vieran en el lugar, Kael me había dado el permiso para estar en cualquier parte de palacio.

Como si esta no fuera mi casa y yo no fuera la reina.

Encima del escritorio de Arin estaba mi taza de café. Lo cogí y me senté en su sillón y abrí el libro por la página en la que me había quedado. Arin no estaba. Sus libros eran lo que tenía de él. De alguna manera, me sentía más cerca de él leyendo. Disfruté del silencio de palacio antes de que todos despertaran y avancé entre las páginas mientras vaciaba la taza.

-¿Cómo está Alex?

Las mejillas de Once se tiñeron de un dulce carmesí y contestó evitando mi mirada.

-Bien. Está empezando a comer mejor, su peso ha aumentado.

-¿Cómo duerme?

-¿P-perdón?-dijo temblorosa.

-Once, sé que te quedas con él por las noches.

-N-no es lo que imagina.

-¿Ahora me tratas de usted?-pregunté riéndome.

-No es eso.-dijo juntando sus manos de manera nerviosa. Sabía que no tenían ningún tipo de relación. Pero no estaba ciega. Once era demasiado obvia. Los sonrojos. Las palabras entrecortadas. Los suspiros y el brillo en sus ojos. Alexander le gustaba. - Me quedo con el señor porque tiene pesadillas, él me lo pidió.

-¿Y ese bastardo también te pidió que lo llamaras "señor"?-dije riéndome.

-No.

-Mejor. No lo llames señor jamás.

-¿Por qué?

-Cosas de adultos.- Conociendo lo salido que era mi amigo, que Once lo llamara "señor" con su inocencia y pureza sólo conseguiría que Alex ardiera en fuego.

-No estamos juntos.

-Lo sé. Tampoco necesitas mi aprobación si queréis estar juntos. Sois adultos, aunque haya diferencia de edad y de experiencia.

-No. No. No queremos estar juntos.-dijo bajando el tono de voz.- Además querías emparejadlo con tu amiga, no podría entrometerme tampoco. Él no me ve de esa manera. Soy solo una sirvienta.

-Once, lo de juntar a Icy y Alexander fue una cosa que salió en su momento. Basado en una broma. Yo no voy a forzar relaciones. Yo no puedo escoger por vosotros.

Ella asintió sin mirarme. Era obvio que el hecho de que Icy se hubiera acercado a Alexander la desconcertaba. Y más si Alexander solo la veía como a una sirvienta y no como a una posible opción. Dejé la taza y cambié el tema.

Frozen flames.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora