Crystal Drakon
Bajé la cabeza para que Arin pudiera colocarme la corona. Sonreí al verlo con su traje azul. Sus ojos brillaban de amor y por primera vez, Arin Drakon sonreía de verdad sin importarle el público que tuviera.
Con delicadeza, Arin colocó la corona sobre mi cabeza, sellando nuestro compromiso como reyes y como pareja. Sentí una mezcla de emoción y responsabilidad al llevar esa corona, pero sobre todo, sentí el amor inmenso que Arin tenía por mí, reflejado en sus ojos brillantes.
El público aplaudió y vitoreó mientras nos mirábamos el uno al otro, sin importarnos la multitud que nos rodeaba. Era como si estuviéramos solos en medio de la multitud, perdidos en nuestra propia conexión especial.
-Ahora sí que eres la señora Drakon.-dijo dejando un beso en mis labios.
Me sorprendí. Sabía que por el protocolo no podíamos mostrar muestras de afecto como aquella en público, pero a Arin parecía darle igual. La mayoría de invitados suspiró antes de gritar y aplaudir. Me aparté de él cuando me di cuenta de que todos nos estaban viendo, incluida mi madre. Las mejillas se me tiñeron de un color carmesí y Arin sonrió con ternura antes de esconderse en mi cuello y dejar un beso ahí.
-Aproveche su fiesta hoy, reina.-dijo.- A partir de esta noche pienso hacerte mía, la noche de bodas más larga que jamás habrás imaginado.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo ante sus palabras. Lo alejé de mi dándole un pequeño golpe y escapando antes de sumirme en charlas tediosas con ministros.
-Soy fan de ese vestido.-dijo Icy mirándome como si fuera una obra de arte. Bajé la mirada a mi vestido rojo y sonreí.
-Es precioso, ¿verdad?
-Preciosa eres tú, eso solo es un trozo de tela.
Me reí por su cumplido y le di las gracias, sabiendo que siempre podía contar con Icy para levantarme el ánimo y sacarme una sonrisa. Ambas nos adentramos en una estúpida conversación y sonreímos cuando vimos como Once rodaba los ojos ante algo que Alexander le había dicho. No sabíamos a ciencia cierta si estaban juntos, pero no necesitábamos pruebas. Icy lo había aceptado y según ella, se lo esperaba, ya era consciente de que iba a pasar.
La velada continuó con risas y charlas animadas. A medida que la noche avanzaba, los invitados comenzaron a retirarse y la fiesta se fue calmando poco a poco. Finalmente, nos encontramos solo Arin, Icy, Alexander, Once y yo en la habitación principal del palacio.
La velada continuó con risas y charlas animadas. A medida que la noche avanzaba, los invitados comenzaron a retirarse y la fiesta se fue calmando poco a poco. Finalmente, nos encontramos solo Arin, Icy, Alexander, Once y yo en la habitación principal del palacio.
-¡Qué noche tan maravillosa ha sido! -exclamó Icy con una sonrisa.
-Sí, ha sido increíble -respondió Once, mirando a Alexander con cariño.
-Gracias a todos por estar aquí y por ser parte de este momento tan especial para Crystal y para mí -dijo Arin, tomando mi mano en la suya y entrelazando nuestros dedos.
Todos expresaron sus buenos deseos y nos felicitaron. Era evidente el amor y la complicidad que había entre nosotros. Agradecía tener a amigos tan leales y cariñosos a nuestro lado.
-Me siento muy afortunada de tenerlos a todos ustedes en mi vida -comenté, mirando a cada uno de ellos con gratitud.
-Y nosotros también nos sentimos afortunados de tenerte a ti, Crystal -dijo Alexander.
Una sensación de completa felicidad y paz me invadió. A pesar de todos los desafíos que habíamos enfrentado, habíamos encontrado el amor verdadero y estábamos rodeados de personas que nos apoyaban y nos querían. No podía pedir más.
La noche avanzó y poco a poco todos se despidieron y se retiraron a descansar. Finalmente, Arin y yo nos quedamos solos en nuestra habitación, listos para comenzar nuestra nueva vida juntos como reyes y como pareja.
-¿Estás lista para lo que viene? -preguntó Arin con una sonrisa traviesa.
-Siempre estaré lista si estás a mi lado -respondí con sinceridad, sintiendo un cosquilleo de emoción en mi estómago.
Arin me abrazó con cariño y me susurró al oído:
-Yo también siempre estaré a tu lado, mi amada reina.
Y así, con ese amor inquebrantable y esa complicidad que nos unía, nos sumergimos en la noche, dispuestos a enfrentar juntos todo lo que el futuro nos deparara. Con el reino a nuestros pies y el amor en nuestros corazones, éramos invencibles. Y así seríamos por siempre, las llamas y el hielo, unidos en un amor eterno.
FIN
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Frozen flames.
FantasyTodos sabemos que el hielo y el fuego son elementos totalmente opuestos, y también sabemos que los polos opuestos se atraen... Controlador, temido y ardiente son los adjetivos que describen a Arin Drakon, el rey de Pyrotia. Sabía que como deber de u...