Arin Drakon
Mi pierna se movía con nerviosismo. En ese momento, mis pensamientos se volvieron inquietos, preguntándome por qué no había recibido noticias de Once ni de Aquilo después de tanto tiempo. El plan, que había sido meticulosamente planeado por Crystal, implicaba su secuestro que yo planeé y que culparía a Kael. Aprovechándose de la enemistad entre Kael y los brujos, pretendía persuadirlo para que desapareciera temporalmente, haciéndole creer que un ataque sorpresa sería la mejor estrategia.
Con la noticia falsa de la muerte de Kael, los brujos cambiarían sus planes, mientras Crystal tomaba la oportunidad para arrebatarle todos sus poderes reales. Después de todo, un "muerto" no puede reclamar poderes ni derechos (que es lo que me hicieron a mí, solo les estaría dando una dosis de su propia medicina). Sin embargo, a pesar de que el plan parecía perfecto, la ausencia de noticias me preocupaba, haciéndome dudar sobre la efectividad de nuestra artimaña.
-Seguro que está bien.-apareció Alexander en la cabaña.
-El sol se va a poner y aún no hemos recibido ninguna noticia.
-No es algo que vaya a conseguir al segundo, Kael estará confuso, no sabrá a quien creer.
Asentí dándole la razón. Debía de confiar en que todo saliese bien, pero algo en mí estaba inquieto. No debí dejarla marchar por la mañana, debí atarla a mí e idear un plan en el que atacaramos juntos. Un plan en el que no tuviera que volver a Kael. Un plan en el que no se me escapara de las manos.
-¿Lo oyes?-pregunté levantando la cabeza a la vez que veía como Erela imitaba mi gesto desde el jardín.
-¿El qué? Estar encerrado te ha afectado.
-Las alas. ¿No oyes alas moviéndose?
-¿Esas cosas se oyen? Arin en serio me preocupas.-dijo burlándose.
Cogí lo primero que encontré cerca mío-que resultó ser una almohada- y se la lancé directamente en la cara.
Su risa fue interrumpida por el golpe y como un niño pequeño empezó a quedarse.-No puedes lanzarme cosas a la cara, tengo una piel muy delicada, podrías estropear....
No le presté atención. Estaba centrado en ver cómo Aquilo venía volando hacia nosotros. Sonreí con suficiencia al ver que tenía razón y salí fuera seguido de Alexander y sus quejas.
Borré la sonrisa al instante al darme cuenta de lo que significaba que Aquilo hubiera venido. Algo había salido mal. Y definitivamente acerté al ver como tenía varias flechas en el cuerpo que le hacían gemir de dolor. Aterrizó como pudo y me acerqué a él corriendo. No había ninguna nota. Solo dolor.
-Te lo dije.-no me aguanté decirle a mi mejor amigo. -No debía de haberla dejado ir.
Las pulsaciones de mi cuerpo se aceleraron al imaginarme todos los posibles escenarios en los que ella podría estar ahora mismo. Alexander lo notó ya que se acercó a mi y me dijo que no pensara en ello, que primero ayudáramos a Aquilo.
Alexander intentaba mantenerme concentrado en la situación presente, pero era difícil. Los latidos de mi corazón resonaban en mis oídos mientras trataba de controlar mi ansiedad. Debía enfrentar la realidad: algo había salido mal con nuestro plan.
"Maldita sea, no debí dejarla marchar sola", me reprochaba internamente. Me sentía responsable de lo que pudiera haberle sucedido a Crystal. Todo esto era culpa mía por no haber sido más cauteloso.
Traté de alejar esos pensamientos y enfoqué toda mi atención en Aquilo. Él necesitaba ayuda urgente, y yo tenía que asegurarme de que estuviera lo mejor posible. Aunque estaba furioso por lo que le habían hecho al pobre dragón, en ese momento, mi prioridad era sanar sus heridas y calmar su dolor. Erela por detrás demostraba su preocupación y me había parecido oír algo parecido a un llanto salir de Frosty.
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Frozen flames.
FantasíaTodos sabemos que el hielo y el fuego son elementos totalmente opuestos, y también sabemos que los polos opuestos se atraen... Controlador, temido y ardiente son los adjetivos que describen a Arin Drakon, el rey de Pyrotia. Sabía que como deber de u...